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Independencia general

  • El público, incluido el novato, apostó por ir todos a una y animar sin reproches al equipo, sabedor de que su apoyo es necesario ahora para no dejar escapar el tren antes de hora.

El que paga, siempre tiene la razón. Cuando aplaude y cuando pita. Cuando canta y cuando silencia. Eso es algo a lo que están acostumbrados todos los que viven de una u otra forma en torno al mundo del espectáculo, ya sea deportivo o de cualquier otra rama. Sin embargo, hay veces en las que es imposible entender la actuación del respetable, ocasiones en las que por más que uno le dé vueltas no termina de encontrar explicación a tal o cual reacción.

 

El cordobesismo, ese mismo que hace apenas unos meses se tiró a la calle como loco tras el ascenso en Las Palmas a la máxima categoría, se caracteriza en líneas generales por tener muy poca paciencia. Ni siquiera ante lo desconocido, como es esta Primera División que este año será el pan nuestro de cada día.

 

Al menos, así parece que ocurre mayoritariamente ese sector formado por nuevos fieles que se han montado al carro cuando los éxitos han acompañado. Ese que en su mayoría comenzó a engancharse con la política de precios populares y, en gran parte, desde aquella eliminatoria de Copa del Rey ante el Espanyol que coincidió en su partido de ida con la cabalgata de Reyes. Aquel día comenzó a gestarse la comunión del CCF con la élite, y la de su gente con los grandes eventos. Luego vino la clasificación para el play off, el cruce con el Barcelona en el torneo copero y ya, por fin, el ansiado ascenso que permitió que el cuadro perico volviera ayer, ya en igualdad de condiciones, al recinto de la ribera del Guadalquivir.

 

Oye, que bienvenido sea todo el que haga suyos los colores blanquiverdes, pues sumar siempre es bueno. Pero antes de lanzar una opinión a los cuatro vientos hay que empaparse un poco de todas las miserias que este club ha vivido en los últimos años para saber dónde se está, y de dónde se viene. Por eso, aunque el arranque no ha sido bueno, no hay lugar para la histeria colectiva, aunque sí el miedo a dejar escapar el tren antes de que haya salido casi de la estación. Exigencia, sí; intranquilidad, ninguna. Un mensaje que entendió a la perfección todo el que acudió a El Arenal para la batalla ante el Espanyol. Eso sí, cada cual es libre de hacer lo que le venga en gana.

 

Porque en El Arcángel se ha visto como caían derribados jugadores con un notable historial, al tiempo que se ha encumbrado a otros que apenas daban un pase a tres metros pero se dejaban el alma. Si no eres tan bueno como para marcar diferencias tú solo, y lo sabes, al menos corre; es lo que piensa el público en general. Quizás porque hasta ahora no ha transmitido ni una cosa ni otra, el primer señalado por la grada ha sido ya Mike Havenaar. Llegó como estrella, pero ayer fue el principal ausente en el bando cordobesista. Su rendimiento no está siendo el esperado y Ferrer, su principal valedor, lo dejó fuera de la lista por vez primera. Seguro que no le vino nada mal, pues otra pitada lo mismo lo hubiera puesto en una situación casi imposible de recuperar en el futuro.

 

El que sí parece que tiene arreglo, dejando a un lado asuntos extradeportivos recientes, es Xisco. El balear ha dado mucho más que hablar en los últimos días por lo que hace fuera del campo, y eso no es bueno para ningún profesional. Ayer volvió a ser citado, y tuvo minutos. El público, comprometido como estaba, lo recibió bien con división de opiniones, para dejarle patente que si da un paso al frente volverá a estar a su lado. Porque entre todos, siempre será más fácil.

 

Por cierto, que enfrente estaba el Espanyol, un club que al contrario que su vecino rico, ha preferido públicamente mantenerse al margen de esa consulta por la independencia solicitada por el Govern de Artur Más (el amigo de Carlos González, a raíz de aquel vídeo). Al final, si el Constitucional no dice lo contrario, el referéndum se llevará a cabo el 9 de noviembre, justo antes del tercer y último parón liguero del primer tramo liguero. De salir sí y llevarse a cabo, cosa harto difícil, quién sabe si los equipos catalanes tendrían que abandonar la Liga… Porque si uno quiere independencia, tendrá que ser para todo. Digo yo.

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