Liga adelante

Nadie dijo que sería fácil (1-1)

  • El CCF rompe su serie de victorias ante un Alavés inferior. Los blanquiverdes merecieron más, pero pagaron su falta de gol y sólo empataron con una nueva jugada de estrategia.

Ante la Ponferradina fue un gol agónico en el tiempo de descuento y en La Coruña fue una jugada de estrategia. Esos dos detalles puntuales y los seis puntos que trajeron como premio escondieron bajo la alfombra muchos de los defectos que mostró el CCF en las dos primeras jornadas. Pero el polvo al final termina saliendo por mucho que se disimule. Ayer firmó tablas gracias a un gol de córner, otra vez a balón parado, porque no fue capaz de hacerlo de otra forma. El cabezazo de Iago Bouzón dejó un punto que a estas alturas empieza a parecer un premio menor, una recompensa nimia para el equipo que parecía que iba a comerse el mundo. Todo es engañoso, nada es lo que parece. Ni el Córdoba es la máquina triunfante que alguno ha querido ver ni tampoco un grupo con carencias insalvables.

Y es que el de Villa es un buen equipo, un bloque competitivo y con las ideas claras, pero por el momento tiene enormes limitaciones en ataque. Y eso acaba notándose. Tiene el balón, llega al área, goza de algunas oportunidades y en ocasiones merece más, pero los goles no hay que merecerlos, hay que marcarlos, y eso a este Córdoba le cuesta horrores. Por eso ayer no pudo pasar del empate ante un Alavés bastante ramplón. Seguramente hizo méritos para más y se puede hablar incluso de resultado injusto (vaya topicazo), pero el marcador acaba generalmente diciendo mucho más que sus fríos números. Empate y gracias, porque si Óscar Rubio no llega a fallar lo infallable en el último minuto, el chasco sí que hubiese sido completo.

Y todo con Germán Pacheco viendo el partido en el palco, con Ulises Dávila contando las horas para llegar cedido por el Chelsea o con algún que otro frente abierto hasta que esta noche se cierre el plazo de inscripción de fichajes en la LFP. Hacen falta como el comer. El que ya está y los que están por venir. Este Córdoba necesita un plus, un jugador que enganche la zona de creación con la delantera, que cree fútbol entre líneas y que se asocie con ese islote que hoy por hoy es Xisco. Ahora mismo el CCF es uno más, un buen equipo en una categoría llena de lobos. Con esas piezas el bloque de Villa puede acabar siendo el "equipo top" que vaticinó su presidente, el aspirante claro y decidido al ascenso, ése que no olvide nadie, es el único objetivo que se ha marcado el club esta temporada. No es descabellado pensar que si la exigencia es máxima, el entrenador tiene el derecho a contar con las mejores armas.

Porque se truncó la racha de victorias, se acabó la imbatibilidad de Saizar… Y todo en el día que estaba preparado para el asalto al liderato en solitario. Es algo tan prematuro como falto de importancia a estas alturas, pero el choque dejó algunos detalles para la reflexión. Porque este Córdoba puede estar arriba, pero no va a ser un rodillo. Ganará partidos, pero no tiene pinta de que vaya a hacerlo arrollando a sus rivales, pasando por encima como una apisonadora y logrando el ascenso con 20 puntos de ventaja sobre el segundo. En cualquier caso, y para encauzar en camino correcto, el conjunto de Villa tendrá que huir de la autocomplacencia que pareció embargarle en muchos minutos de la primera parte. Parecía como si ya estuviera todo hecho, como si con sus dos primeras victorias ya lo hubiese demostrado todo en esta Liga Adelante tan cainita.

La grada, que llegó predispuesta para un festival, no aceptó lo que le ofrecía su equipo. Y ahí llegaron los nervios, algún reproche, ligeros pitos, un incómodo run run que no lleva a nada. El Arcángel, un estadio acostumbrado a sufrir, a celebrar salvaciones milagrosas como si fueran la Champions, se había convertido de repente en uno de esos estadios impacientes que silba en cuanto su equipo no luce como el Dream Team de Cruyff. A esas alturas, el Alavés ya iba ganando y la sensación de invulnerabilidad se había caído como un castillo de naipes.

La decoración cambió obligadamente en la segunda parte. El Alavés se echó para atrás antes de salir de los vestuarios empujado por un Córdoba enrabietado, acosador más por corazón que juego. El caso es que los primeros 20 minutos del segundo acto fueron vibrantes, con llegada, con sensación permanente de peligro y con momentos de buen fútbol, especialmente por la intención de llegar por las bandas. Pero el empate tuvo que llegar en un córner, en un remate inapelable de Iago Bouzón que puso las tablas y lo que parecía que era el inicio de una remontada, de una fiesta, de una nueva victoria con la que esperar lo que hiciera el Alcorcón para celebrar el liderato.

Una vaselina de López Silva salvada por Goitia y una ocasión marrada por Xisco dentro del área pequeña cerraron ese aluvión de rabia sin que el marcador fuese más allá del empate. Ahora tocaba ganar por fútbol, dejar la casta y tumbar a un rival inferior a base de juego. Villa se lió la manta a la cabeza y volvió a dejar una defensa de tres dando entrada a Strahman por Janse, acumulando hombres arriba en una sesión permanente de acoso y derribo. Apenas unos minutos después fue más allá al meter a Ayina por Luso, dejando la zaga desguarnecida en busca de un triunfo heroico. Como diría el torero: o salgo por la puerta grande o por la de la enfermería.

Y cerca estuvo de llevarse una cornada en el último minuto, cuando una contra por la banda izquierda (la misma en la que debía estar Janse) dejó a Óscar Rubio solo al borde del área con Saizar vendido y sentado de culo en el punto de penalti. El fallo del jugador del Alavés fue tan absurdo como amplio el respiro de una grada que, tras algún que otro reproche, acabó hasta dando el punto por bueno. Porque esto, que a nadie se le olvide, no va a ser un paseo. El Córdoba ganará muchos partidos, pero llegará el día en que pierda o, como ayer, que empate un encuentro en el que pudo merecer más. "Los objetivos se demuestran en el césped, no en una sala de prensa", dijo hace tiempo Villa, que sabe de lo que habla. El que piense otra cosa está muy equivocado.

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