fútbol

La odisea moldava de Rafael Wellington

  • El cordobés, que juega en el Milsami, pelea por la liga después de quedar eliminado en la primera ronda de la Liga Europa

Mientras muchos jugadores cordobeses se buscan la vida en equipos de Segunda B y Tercera, mientras muchas promesas hacen las maletas en plena adolescencia en busca de su sueño en las canteras de los grandes, hay uno que hace meses apostó por irse mucho más lejos. Es Rafael Wellington, vive en Moldavia y ha vivido una breve pero intensa aventura en la Liga Europa.

Wellington (27-04-1985) surgió de las categorías inferiores del Séneca, de donde siendo todavía cadete saltó a la cantera del Real Madrid. En la casa blanca completó su etapa juvenil y llegó a jugar en el C, pero en 2006 cambió de aires y firmó por el filial del Mallorca. Tras salir de la isla comenzó su andadura en equipos de Segunda B y Tercera como Villanovense (07-08), Conquense y Manchego (08-09), Villanueva (09-10), Motril (10-11), Toledo o Burgos. Técnico, con pegada y con recorrido por la banda, Wellington nunca dio el salto a Segunda, pero se labró una sólida carrera como jugador cumplidor en categorías menores, siempre en busca de una oportunidad.

Y ésta llegó el año pasado. El cordobés estaba jugando en el Villaralbo de Tercera junto a David Carmona, cuando un buen día sonó el teléfono con una oferta desde... Moldavia. La ex república soviética, estrangulada entre Rumanía y Ucrania, ofrecía su fútbol como nuevo destino para Wellington, concretamente el Milsami, uno de los grandes de la liga doméstica en eterna pugna con el Sheriff.

La oferta llegó el pasado mes de febrero, en plena competición en España, pero con la liga moldava en pleno parón. Los tres meses de rigor invernal condicionan no sólo la vida, sino también el deporte en un país con unas infraestructuras que no están preparadas para jugar durante la época de intensas nevadas. Una semana de pretemporada en Turquía fue suficiente para que Wellington convenciese al entrenador del Milsami, Serghei Clescenco, con el que debutó el primer fin de semana de marzo.

El cambio era brutal, no sólo de fútbol, sino también de cultura y de vida diaria en un país extraño, con herencia de su pasado soviético pero de lengua rumana y en pleno proceso de entrada en la Unión Europea. Para empezar, Rafael y sus compañeros extranjeros no viven en Orhei, la ciudad del Milsami, sino en la capital Chisinau, apenas a 45 kilómetros. Además, su club es muy nuevo, ya que se refundó en 2005 -hasta entonces era conocido como Viitorul- con un pequeño estadio para apenas 2.500 espectadores, quizás demasiado poco para convertirse en alternativa a los dominadores de la Divizia Nationala moldava, el Sheriff Tiraspol (11 títulos en 20 temporadas) o los dos equipos de la capital, el Dacia y el Zimbru.

Para ello, el Milsami abrió sus puertas al mercado exterior, una nueva filosofía que permitió la llegada de jugadores como Wellington y de otros suramericanos que trajeron otra forma de ver el fútbol a Moldavia.

Gracias a ellos, algo empezó a gestarse a finales de la pasada temporada. Porque el 28 de mayo llegó el primero título de Copa para el Milsami, que derrotó en la final por al Rapid Chisnau en una intensa tanda de penaltis. Además de estrenar sus vitrinas, el equipo de Orhei acabó la liga en la cuarta plaza, con lo que sacó su billete para las rondas previas de la Europa League y para la Supercopa moldava, el aperitivo para una temporada 12-13 que allí comienza obligatoriamente pronto. Hace apenas un par de semanas, el Milsami dio un serio aviso derrotando al multicampeón Sheriff en la tanda de penaltis para alzarse con la Supercopa, una inyección moral para su primer asalto a las competiciones europeas.

En esas primeras rondas de la Liga Europa, llenas de equipos desconocidos, de países exóticos y de eliminatorias que parecen lecciones de Geografía, Wellington iba a buscar una aventura incierta con el objetivo de llegar a medirse a algún grande y de soñar con la fase de grupos. El primer rival era el Aktobe de Kazajistán, y el partido de ida no pudo ser más esperanzador, ya que tras el primer tanto kazajo el Milsami acabó ganando por 4-2 con gol incluido del cordobés, que hizo el tercero con un lanzamiento seco de falta. Wellington también fue titular en la vuelta, donde su equipo no pudo mantener la ventaja de dos tantos y acabó perdiendo por 3-0, incluido el doloroso tercer tanto del Aktobe en el tiempo de descuento, con el Milsami volcado sobre el área rival en busca del tanto de la clasificación.

Así acabó la breve pero intensa aventura europea del equipo moldavo, que ahora anda plenamente centrado en su liga doméstica. Después de cuatro jornadas, el equipo de Orhei está en mitad de la tabla tras un sólido inicio que se ha ido apagando. El Milsami ganó sus dos primeros choques en casa y perdió por 1-0 en el gran duelo del arranque liguero frente al Sheriff (1-0), en el inicio de una pelea que se presenta intensa hasta el final. En la última jornada, el equipo del cordobés no pudo superar un empate sin goles en su estadio frente al modesto Tiraspol.

Pero la pelea se alargará hasta el final, y Wellington será protagonista. Serán nuevos capítulos en la historia moldava de un cordobés que rompió fronteras.

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