La calle Cruz Conde estará cerrada hasta el principio de la primavera de 2011 con motivo del proyecto de reurbanización de la principal arteria comercial de la ciudad en un proyecto que tardará entre ocho y nueve meses. La cuestión ahora no es tanto qué hacer sino cómo. Los distintos departamentos municipales se encuentran en pleno debate sobre la forma en la que se puede llevar a efecto una obra que tiene amplias repercusiones en todo el Casco Histórico de Córdoba y cuyas consecuencias se derivan hasta la zona oriental de la ciudad.

En principio, tanto el área de Movilidad como la Gerencia de Urbanismo son partidarios de llevar a cabo un cierre intensivo para efectuar la obra en el menor tiempo posible teniendo en cuenta que el objetivo último del proceso es una semipeatonalización. El modelo sería el mismo del Paseo de la Ribera, donde se optó por cortar el tráfico en cuanto se pudo para acostumbrar a la ciudad a una calle que no va a ser transitable en el futuro salvo para residentes y servicio público.

Otros departamentos municipales apuestan por desarrollar un trabajo por fases que permita mantener una cierta vida de servicios al margen de la obra. La empresa municipal Aucorsa, por ejemplo, tiene que modificar tres líneas de autobús -1, 4 y 7-, todas ellas con origen en la zona Este de Córdoba (Fátima, Fidiana y Cañero), que tendrían que ser alteradas sustancialmente. "Todo depende del tiempo que duren finalmente las obras", reconoce la presidenta de Aucorsa, María Ángeles Luna, quien asegura no conocer los planes definitivos del departamento de Tráfico, que dirige José Joaquín Cuadra. La edil de Comercio reconoce que, en el caso de que se dilate el periodo de la obra, lo mejor sería establecer un calendario de fases que permitan mantener el servicio público de bus.

En principio, los planes municipales son bien conocidos. En primer lugar, la obra de Cruz Conde no puede comenzar hasta tanto se termine Alfonso XIII, una actuación a la que, según la Gerencia de Urbanismo, "le quedan muy pocos días de trabajo". En segundo lugar, iniciada la obra se trataría de poner en marcha, al menos en parte, el plan de tráfico previsto para el momento en que se decida peatonalizar la calle Cruz Conde, que ya ha sido presentado a los vecinos de la zona.

En el Ayuntamiento, se asegura que el calendario inicialmente planteado consta un inicio de las obras aprovechando el parón de la ciudad en agosto de forma que estuvieran concluidas en torno al mes de febrero de 2011. El problema sustancial es que el Consistorio tiene que remitir aún la solicitud de financiación a la Junta, que va a remitir los 1,5 millones que cuesta la actuación a cargo del plan Proteja. La Junta de Gobierno Local tiene hasta el 15 de agosto -en realidad, hasta el 13 que es viernes- para presentar la documentación. Además, la Delegación del Gobierno tiene dos semanas para dar su visto bueno al proyecto y es preciso licitar el contrato mediante los procedimiento habituales. En ese contexto, mucho hay que correr para empezar en agosto y la impresión general es que hasta el mes de septiembre no se podría iniciar el desarrollo de las actuaciones.

El comercio reconoce que se enfrenta a las obras, pese a las diferencias expresadas, con la voluntad de colaboración. "Sin embargo, exigimos que exista coordinación, que se elija a una empresa que sepa hacer su trabajo y que esto no sea como el Plan E, que fue un desastre", afirma el presidente de la asociación de comerciantes del Centro, Manuel Blasco. El empresario puso como ejemplo de obra bien hecha la reforma de la calle Morería donde los responsables de las tiendas tuvieron un enlace permanente en Urbanismo -el ex coordinador general Leopoldo Salinas- de forma que se atendieron todas las reclamaciones tal y como se iban produciendo.

El proyecto de Cruz Conde es una simple reurbanización de superficie que no conlleva la sustitución de tuberías de alcantarillado. Toda la infraestructura soterrada de la calle se renovó el año pasado en una obra larga que tuvo levantandas las aceras de esta vía durante varios meses para desesperación de los comerciantes en un avance de una inversión que afectará tanto al tráfico como a las campañas comerciales.