La Sal de los días

De los sudores del Palacio del Sur

  • El proyecto más importante que la ciudad ha planteado en las últimas décadas ha sido durante años el emblema de los incumplimientos del mandato de Rosa Aguilar · Han pasado ocho años desde que Rem Koolhaas se presentó al concurso de ideas; es como para que más de dos se pusieran a reflexionar

REM Koolhaas sudaba la gota gorda minutos antes de presentar su propuesta para el Centro de Congresos de Córdoba en el concurso de ideas que se había organizado por el entonces teniente de alcalde de Urbanismo, José Mellado, en el Salón de Mosaicos del Alcázar. Sudaba el holandés y la camisa se le empapaba aquel caluroso sábado de junio de hace ahora ocho años. Menos mal que no llevaba corbata; la americana la había dejado en una silla y miraba y remiraba planos y maquetas junto a sus colaboradores en uno de los salones cercanos al lugar donde se estaba celebrando la exposición. También pasaron calor Cruz y Ortiz y Rafael Moneo -éste tocado con un panamá blanco con el ala torcida-, Zaha Hadid y Toyo Ito. Creadores todos ellos que convertían a Córdoba en el centro mundial de la arquitectura por un día, y que de pura grandeza que tuvo aquello pocos se atrevían a pensar que fuera a ser algo con visos de futuro. Así, quienes acudimos a la cita en calidad de informadores andábamos como a ciegas porque pensamos que aquello formaba parte de la megalomanía con la que se intentaba ilustrar la gestión de Mellado al frente de la Gerencia. Pensábamos que la cita sería algo así como una tormenta de verano, y pese a la pompa que tuvo el concurso de ideas, pocos pensaban entonces que el Palacio del Sur, aquel barco alargado situado en el meandro de Miraflores, nos haría escribir cientos de informaciones sobre el arquitecto, sobre el proyecto y sobre su financiación, que durante estos años ha jugado al ratón y al gato con los titulares de prensa constantemente.

Y las dudas de entonces se han hecho realidad. El proyecto del Palacio del Sur ha sido el emblema de la ciudad de las maquetas durante años. El Palacio del Sur ha personificado muchos fracasos en los últimos años y ha encabezado el listado de las asignaturas pendientes de Rosa Aguilar en la ciudad. Una vez que por fin, esta vez sí -y van...-, se ha certificado que la financiación está cerrada, recordamos las veces que los medios han enumerado todas las propuestas sin culminar de la alcaldesa, y siempre aparece el Palacio del Sur como mascarón de proa del incumplimiento. Nada mejor que el sudor de Koolhaas el día de la presentación para establecer un claro paralelismo con el esfuerzo que ha costado, está costando y costará sacar adelante la iniciativa. Y si en 2001 nos parecía grande e importante el Palacio del Sur, más grande es ahora que sabemos lo que ha costado, lo que está costando y lo que costará. Porque el anuncio del cierre de financiación del viernes sólo supone la vía libre para el inicio de las obras de una iniciativa que ya ha costado casi nueve millones de euros.

A partir de ahora hay que mirar con optimismo al Palacio del Sur, porque después de ocho años hablando de él veremos cómo por fin se irá levantando en Miraflores. Y es una suerte. Su construcción generará empleo pero no podemos olvidar que se han perdido unos años de oro, unos años de bonanza en los que esta infraestructura se hubiera consolidado. Y, aparte, quienes han estado al frente de las sucesivas administraciones municipales de los últimos años deberían hacer una reflexión: ¿cómo es posible que se haya tardado tanto en desbloquear el proyecto? Hace falta mucha autocrítica; aquí y en todas aquellas iniciativas que siguen en el camino.

Pasado el tiempo nos hemos dado cuenta de que el Palacio del Sur, cuyo proyecto inicial ha sido modificado al menos en dos ocasiones, costará lo mismo que costaba hace ocho años. Y eso que hubo un momento que alcanzó los 170 millones. Al final ha sido como uno de esos pisos de Ciudad Jardín que valen ahora lo mismo que antes y que, en la época de bonanza, se hubieran vendido por el doble, o por el triple incluso. Los tiempos, está claro, han cambiado.

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