San Basilio se rinde a la virgen de Acá

Los vecinos del casco histórico acompañan a la imagen durante su recorrido antes de la Ascensión La venta de higos chumbos es una de las esencias de esta tradicional jornada

La Virgen del Tránsito a su paso por el Alcázar de los Reyes Cristianos.
La Virgen del Tránsito a su paso por el Alcázar de los Reyes Cristianos.
Miguel Santos

16 de agosto 2014 - 01:00

Es agosto y el sol, incongruente, hace de Córdoba una estampa desoladora. San Basilio yace tranquilo tras el fervor del mes de mayo y no vacila al calor del verano; por sus pedregosas calles únicamente pululan turistas despistados. Asfixiante tedio estival que ayer, como cada 15 de agosto, cedió irremediablemente ante la veneración de los feligreses de la Virgen de Acá, sobrenombre acuñado por los vecinos del Alcázar Viejo para diferenciarla de la imagen del Tránsito del templo de San Agustín. Arropada por un barrio coqueto y engalanado para la ocasión y protegida por su característica y resplandeciente urna, la Virgen de Acá volvió a recorrer las calles de la ciudad antes de su Ascensión al cielo. A las 20:00, cuando el sol ya palidecía resaltando el color ocre del entorno del barrio, la parroquia de Nuestra Señora de la Paz abrió sus puertas para que la talla, con su presencia en la calle, recompensase la espera de cofrades, devotos y curiosos. Al sonido de campanas y, como es habitual, de los acordes del himno nacional, la imagen comenzó su trayecto por el casco histórico de Córdoba.

La imagen, una talla en madera de autor desconocido, donada por los duques de Benamejí y cuyo origen se remonta al siglo XVII, volvió a acercarse a la orilla del Guadalquivir, previo paso por las Caballerizas y el Alcázar de los Reyes Cristianos. El frescor de la orilla río y el olor constante a incienso confluyeron en un momento que, casi con total seguridad, no esperaban las centenas de turistas que, atónitos, hicieron una pausa en sus paseos por el entorno de la Mezquita para atender a la Virgen.

El paso por la Ribera, que comenzó a realizarse hace varios años, se ha convertido en emplazamiento fijo en el recorrido del cortejo procesional; aún así, otros aspectos emblemáticos de la jornada del 15 de agosto no han variado con los años, como los puestos que ofrecen higos chumbos cerca del Arco de las Caballerizas para refrescar un caluroso día que, en pleno mes de agosto, rememora cada año los entresijos de la Semana Santa; una fiesta en una Córdoba que, por las vacaciones de sus habitantes, descansa tranquila y se esconde del sol.

Agasajada por el calor del gentío, que se incrementaba a medida que se adentraba la noche, la Virgen de Acá protagonizó una estampa fascinante en su paso por la Puerta del Puente, justo antes de adentrarse en la Mezquita-Catedral. A hombros de jóvenes y veteranos costaleros y al compás de las marchas entonadas por la banda de música de Cañete de las Torres Tubarium, la Virgen de Acá exhibió su esplendor, como dicta una larda tradición de devoción y respeto cuyos orígenes no saben fechar ni los mayores del barrio.

Poco pudo hacer la luna ante los candelabros y el pan de oro que, cortejando a la imagen, alumbraban las calles del casco histórico de la ciudad cuando la noche se hacía fuerte. La Virgen del Tránsito se adentró en la Mezquita-Catedral antes de retomar el camino a su templo y despedirse de sus feligreses para ascender al cielo.

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