Córdoba

Pan artesanal en el corazón de Córdoba

  • El Trigal apuesta por los productos artesanos frente a los industrialesl dulces y pan La panadería comercia tanto con pan artesano como con dulces que traen de diferentes hornos de leña de la provincia

En la actualidad el pan ya no es el que era. El tan añorado pan de pueblo ya no llega hasta las ciudades ante la producción industrial del pan. Los supermercados, conscientes de que los ciudadanos añoran el pan hecho a mano, han sacado a la venta unos productos que venden bajo la etiqueta de pan de pueblo cuando no lo es. Ante este panorama, José María Gamez Molina, natural de Granada, ha decidido montar una panadería que vende exclusivamente productos artesanales. El Trigal, situado en la Puerta Osario, está decorado como se hacía antes, con adornos que se elaboran mediante la masa con la que se hace el pan.

Cuando José llegó a Córdoba se dio cuenta de que el pan, ese producto que no puede faltar en la mesa a la hora de comer, no tenía el sabor que esperaba. "El pan que se vende aquí es industrial y pierde mucha textura y sabor", describe. El proceso de elaboración artesanal es bastante sencillo, ya que basta con mezclar harina, levadura, agua y sal para hacer la masa. Sin embargo, desde siempre ha habido diferentes maneras de hacerlo, y cada artesano le da un toque personal que distingue a un producto de otro. Aparejador de profesión, José no elabora el pan, sino que distribuye al consumidor el que se hace en hornos de leña. El dueño, que antes de montar la panadería estaba parado, señala que comenzó a darle vueltas a la idea de ofrecer a Córdoba un producto "nuevo, que es en realidad antiguo". Al no encontrar nada parecido a lo que él estaba acostumbrado, decidió buscar un local y ofertar algo diferente. Contactó con varios hornos de leña a lo largo de la provincia cordobesa y comenzó a encargarles sus productos. Pero en El Trigal no sólo se vende pan. "Un amigo mío tiene un horno de leña, y hace unas magdalenas geniales", explica, a la vez que defiende la venta de productos "de antes", como estas magdalenas, y no dulces "elaborados y finos que no tienen el sabor de siempre y que además se venden caros".

Según cuenta José, hay señoras mayores que viven cerca de la panadería El Trigal que defienden que lo que se vende aquí les recuerda al pan que comían desde niñas. "Es que los precocinados son muy malos, y éstas personas, que de chicas comían buen pan, notan la diferencia", dice José a la vez que aclara que, por el momento, sus principales clientes son gente mayor a la que sus productos les recuerda al pan consumían de toda la vida.

En cuanto a la venta de productos industriales, cuenta que para el que los vende "son geniales porque les salen muy baratos producirlos y venderlos luego a precios de pan hecho a mano, pero baja mucho la calidad". El comerciante defiende que para hacer frente a este tipo de criterio empresarial, El Trigal vende pan artesano con los mismos precios de los demás, solo que oferta una mayor calidad.

Y es que es de considerar que existan emprendedores que quieran recuperar aquellas costumbres que se están perdiendo. El Trigal ofrece un tipo de alimentación más sana y rica que la bollería industrial, el pan precocinado, el congelado o el que se produce en una industria. "La idea es que los vecinos de la zona salgan satisfechos y lo comenten en sus círculos", cuenta este empresario granadino que, ante la falta de salida laboral, apostó por un tipo de empresa pequeña, de barrio, en el que "lo de antes" llega a nuestra mesa con la calidad de siempre.

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