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La historia de 'la piedra llorosa', el sitio de lamento por el fusilamiento de 82 sevillanos

Imagen del momento en que se inauguró la placa conmemorativa

Imagen del momento en que se inauguró la placa conmemorativa

En una de las vías cercanas a la famosa calle Alfonso XIII en Sevilla, que conecta la zona de Plaza de Armas con la Plaza del Duque, hay una piedra que pasa desapercibida por los viandantes pero que guarda un relato digno de conocer tanto por los sevillanos y sevillanas como por quienes vienen de fuera: la historia de 'la piedra llorosa'. 

Su ubicación

En la calle Liñán, una vía perpendicular a la calle Alfonso XIII y que se está muy próxima al centro comercial de Plaza de Armas, se puede observar una piedra blanca, con forma de cubo, que reposa sobre la acera.

Junto a ella hay una inscripción en la que reza: "Según la tradición popular, sobre este sillar, llamado desde entonces La Piedra Llorosa, se sentó a llorar amargamente el 11 de julio de 1857, el entonces alcalde de la ciudad al contemplar, tras tratar de impedirle su exilio, el fusilamiento de 82 jóvenes de Sevilla en la vecina Plaza de Armas de El Campo de Marte. El Ayuntamiento de Sevilla dedica este recuerdo en memoria de la actitud ejemplar de aquel alcalde como recordación futura contra la pena de muerte".

La historia de 'la piedra llorosa'

Según la historia que ha llegado hasta nuestros días, en la que hay mucho de sabiduría popular, sentado en esta piedra se puso a llorar desconsoladamente el que era alcalde de la ciudad a mediados del siglo XIX. Y es que, al parecer, García de Vinuesa, que entonces regentaba Sevilla, quiso evitar el fusilamiento de 82 vecinos de Sevilla por cuestiones políticas.

Especialmente el alcalde pidió reiteradamente el indulto de Ramón María Narváez, quien fue siete veces presidente del Gobierno de España, pero su petición no fue atendida. Por lo que aquel 11 de julio de 1857 García de Vinuesa tuvo que presenciar el fusilamiento de estos 82 jóvenes en la zona de Plaza de Armas de El Campo de Marte.

Ante tal desolación cuentan los allí presentes que el alcalde se dirigió hasta el lugar en el que está la piedra para sentarse sobre ella y llorar desconsoladamente. Desde entonces este poyete recibe el nombre de 'la piedra llorosa'.

Según cuenta José María Mena en su libro Tradiciones y Leyendas de Sevilla, los alguaciles que acompañaban a García de Vinuesa lo oyeron lamentarse una y otra vez, pañuelo en mano, mientras decía: "¡Pobre ciudad, pobre ciudad!".

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