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El nervense Juan Manuel Nogales recorre la península con su exposición 'Mensaje de piedra'

Exposición 'Mensaje de piedra' en la Diputación de Huelva.

Exposición 'Mensaje de piedra' en la Diputación de Huelva. / M.G. (Huelva)

Profundizar en el alma de la piedra, a través de sus múltiples usos, desde lo cotidiano a lo espiritual, es lo que propone, mediante un recorrido por la geografía peninsular, el fotógrafo nervense afincado en Bilbao Juan Manuel Nogales en su nueva exposición Mensaje en piedra.

La muestra, que puede verse hasta el próximo 22 de julio en la Sala de Provincia, realiza un recorrido por cincuenta enclaves distintos de la Península Ibérica, ha informado la Diputación de Huelva en un comunicado.

El autor ha dedicado sus último cinco años a este proyecto, en el que presenta "la grandeza de este elemento natural, inalterable desde los albores de la humanidad, profundizando en su esencia, en su alma, a través de sus múltiples usos a lo largo de la historia".

La exposición está compuesta por 73 piezas fotográficas -43 individuales y 11 paneles con varias composiciones-; partiendo de la geología, Nogales ha recorrido lugares tan emblemáticos y llenos de historia como la ciudad encantada de Cuenca, el anfiteatro de Burgos, El Elefantito de la Pedriza, el bosque de piedras de Murueta, el arrastre de piedras en Zeanuri o el dolmen de Guadalperal y los Toros de Guisando.

A estas se suman, en territorio onubense, el Dolmen de Soto, el de Pozuelo, las huellas de animales prehistóricos de Matalascañas, el enclave arqueológico de Turóbriga, en Aroche, la Constelación de Zalamea y uno de los últimos e importantes hallazgos como es la Estela Diademada de Cañaveral de León, además de lugares como Riotinto, Nerva y Sotiel Coronada".

En palabras del autor, "con este proyecto sobre piedras vuelvo la vista a lo que nos ha acompañado desde tiempo inmemorial al ser humano, humanoide, o como podamos definirnos como especie animal de esta nuestra tierra, espacio, lugar, casa en el que habitamos; por ello, invito a mirar y ver, a tocar y sentir, ya que la piedra está ahí y nuestros ancianos, esas bibliotecas del saber, las han utilizado, las han venerado, se han servido de ellas, su mensaje es eterno y de nosotros depende su protección y delicado uso".

Nogales ha hecho hincapié en que "este proyecto lo he entendido desde varios puntos de vista, como son la conformación del espacio, lugar en el que vivimos; las huellas, el paso de miles de años, la fragilidad del ser humano frente a lo eterno; la utilidad, nos hemos servido de la piedra para todo, vivienda, refugio, etc.; los espacios espirituales, donde concitamos sensibilidades del espíritu; y lo que dejamos, obviando que la tierra sigue después de nosotros, enterramos, deshacemos y extraemos las que nos hace falta para nuestras creadas necesidades".

El autor, que mantiene en toda su obra un discurso a favor del cuidado y el respeto hacia el planeta, hace una reflexión en relación al sentido de la presencia de las piedras en el mundo, señalando que "puede parecer que no tienen vida o voluntad de hacer otra cosa, pero quizás cuando se formaron les dieron una misión: ser protectoras, y ahí siguen, resistiendo, permitiendo que sobre esa fortaleza crezcamos como seres y formemos una sociedad".

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