TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

Calle rioja

Desde Bruselas al Atómium de Plaza de Armas

  • Decálogo. El ciudadano belga Marc Cram recorre el mundo con su Carta Mundial del siglo XXI, un catálogo de compromisos morales que hace veinte años entregó a Felipe González.

DESDE Bruselas, la ciudad natal de Julio Cortázar, donde reinó Fabiola de Mora y Aragón, ha llegado hasta Sevilla Marc Cram con su mensaje taoísta del Centro de Universalidad. Eligió como escenario la réplica en miniatura del Atómium de Bruselas, un monumento situado junto al estadio de Heysel asociado a la tragedia ocurrida hace treinta años durante la final de la Copa de Europa entre la Juventus de Turín y el Liverpool. A Marc Cram le tocó vivirla como bombero de la capital belga.

Hace veinte años, aprovechó una visita del entonces presidente del Gobierno español, Felipe González, a Bruselas, para entregarle la Carta Mundial del siglo XXI, una especie de decálogo del llamado centro de Universalidad. Ese siglo XXI ha apurado ya tres lustros y nuevamente la Juventus de Turín disputa una final de la Copa de Europa junto al muro de Berlín que cayó en 1989.

"Ser ante todo uno mismo y no una máscara o caricatura del otro". Así empieza esta carta mundial que Marc Cram va llevando por diferentes países. Tres presidentes del Gobierno después de aquella fotografía con Felipe González que adjunta a su epístola moral a un Fabio posmoderno, Marc Cram moviliza las conciencias para "desarrollar lo mejor de uno mismo". Su ideal del hombre, que encarna con algunas ideas del georgismo, la masonería en sus orígenes y cierto socialismo utópico, apuesta por ser "un buen trabajador en su profesión" y "un buen ciudadano en su país". Anhelos muy loables que se topan con la cruda realidad de los altos niveles de desempleo de los que se vieron desalojados de oficios y profesiones y de cientos de miles de personas que huyen de conflictos bélicos.

Bruselas encarna la capitalidad europea, pero hace algo más de un siglo la invasión de ese país por las tropas alemanas desencadenó la entrada de Inglaterra en la Primera Guerra Mundial. Marc Cram condena la "represión de los abusos de poder y presiones de intereses particulares", los "abusos contra la ignorancia y la buena fe (comerciales, publicitarios, ideológicos...)", el "rechazo de las exclusividades perjudiciales de la colectividad" y el fomento de "la buena voluntad y las reformas progresistas".

El Atomium próximo a Puerta Triana y Plaza de Armas se vio jalonado por este catálogo de buenas intenciones. Símbolo de un falansterio posmoderno de quien desde el corazón de Europa aboga por "un modelo a seguir".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios