El pájaro morado

Madrugada: Sin margen para la esperanza

Análisis de la Madrugada / Manuel Lamprea

Ni la expectación que protagonizó el Calvario durante unos minutos consoló a toda una ciudad. Sevilla, por segunda vez en lo que va de siglo, quedó huérfana de cofradías en su noche más especial. A las cuatro en punto no había un alma por las calles de la ciudad en esta Madrugada que, por méritos propios, pasa a la historia reciente de la fiesta. 

Antes de la medianoche la Esperanza de Triana oficializaba la decisión de no hacer estación de penitencia en vista de los preocupantes partes que ofrecían las agencias meteorológicas expertas, y de manera automática se abrían las puertas para que hermanos y devotos rezaran ante sus titulares. Caso similar en la Macarena y Los Gitanos, que decidían igualmente, junto al Silencio y al Gran Poder, no salir a la calle. Tan solo la cofradía de la Magdalena, que esperó rigurosamente a su hora, mantuvo despiertos a los cofrades por si se obraba el milagro. Un imposible. Un recuerdo más que prescindible. Lo analizamos en El pájaro morado. 

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