Pues ya tenemos Presupuestos de la Junta de Andalucía para 2018. Los ha aprobado el Consejo de Gobierno y, aunque a buen seguro que habrá un lavado de cara en su trámite parlamentario, los números apenas sufrirán variaciones. Saber el montante global que le corresponde a Córdoba vuelve a ser una tarea casi imposible, por aquello de que el Ejecutivo de Susana Díaz opta de nuevo por no provincializar el gasto. La transparencia brilla por su ausencia en este aspecto, si bien es verdad que hay algunas diferencias respecto al año pasado. Así, los números no parecen tan malos para la provincia como en ejercicios anterior, aunque tampoco están todas las inversiones que necesita Córdoba y que la Junta ha ido dejando de lado en los últimos ejercicios.

Desde la administración autonómica (y desde el PSOE) afirman que se trata de unas cuentas dirigidas a culminar los proyectos ya iniciados y que se preocupan por las personas, la igualdad, la sanidad y el empleo. En realidad, el mismo mensaje que venimos escuchando desde hace tiempo y que luego no se traduce en realidades, al menos en muchas de las iniciativas anunciadas. Y es que cuando de evaluar los presupuestos se trata, los partidos con representación parlamentaria han entrado en un bucle que ya empieza a cansar al ciudadano de a pie, con afirmaciones muy previsibles y escasa imaginación.

Por lo general, los que gobiernan se arrogan la elaboración de un cuadro de gasto justo, equilibrado, social y cuantos más calificativos le quieran añadir, mientras que quienes ejercen la oposición terminan por anunciar enmiendas a la totalidad y a proponer imposibles, como si el control del dinero público no fuera con ellos. Es lo que hay. En cualquier caso, una vez más, éstos no son los presupuestos que necesita Córdoba. Y no lo son porque, aun admitiendo avances, orillan de nuevo esos grandes proyectos -sobre todo en infraestructuras- que se arrastran desde hace años. Sirvan como ejemplos la tan traída y llevada Autovía del Olivar, el desdoble de la A-306 a Jaén o la Ronda Norte, por hablar de carreteras, mientras que en sanidad se retoma -o eso dicen- el proyecto de ampliación del Materno-Infantil y el centro hospitalario de Palma del Río.

Si no fuera por la gravedad de las consecuencias, tendría hasta algo de gracia ver cómo el PSOE alaba el presupuesto y el PP se rasga las vestiduras, mientras que los papeles se intercambian cuando se habla de las cuentas del Estado, que tienen también a Córdoba aparcada, más lejana y sola que nunca, y que llevan el mismo camino para 2018 por aquello de que habrá que prorrogar los Presupuestos Generales.

Lo más triste del asunto -y preocupante a la vez- es que el debate se ciñe a lo que se asume en las cuentas o a lo que se deja de gastar, según los intereses partidarios de cada uno, pero nada de proyectos nuevos, de propuestas diferentes, de fórmulas más eficaces de gestión. Por desgracia, entre los partidos reina la incapacidad, la desidia y, lo que es peor, la sensación de que ya nos hemos habituado a su mensaje cansino. Al final, lo mismo de siempre. Una pena.

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