Ser del Barça hoy es tarea complicada. Cualquiera que no sea un furibundo independentista tiene muy difícil, desde la razón, defender su barcelonismo sin sonrojarse. Una parte de las últimas directivas del club está integrada por gente de pocos escrúpulos, que consideran que la defensa del llamado derecho a decidir, del nacionalismo excluyente y de la agresión a cuanto significa España proporciona réditos económicos: su nacionalismo es impostado y busca hacer negocio. Todo por la pasta.

Por suerte, el fútbol no es sólo razón. Si lo fuese hace tiempo que habría dejado de ser aficionado culé. Soy barcelonista desde pequeño y, espero, seguir siéndolo mientras viva. El barcelonismo -como el madridismo o el cordobesismo- es sentimiento. Un sentimiento irracional que cuatro cantamañanas no van a arrebatarnos.

Estos últimos días, a cuenta del apoyo de la directiva a la celebración del ilegal referéndum sobre la independencia de Cataluña, he leído algunos artículos en los que aficionados del Barça expresan su vergüenza -que comparto- y dicen dejar de ser barcelonistas. No lo entiendo. El Barça no es su directiva, ni siquiera parte de los aficionados que llenan el estadio todos los domingos. El Barça somos sus aficionados, sus seguidores, muchos catalanes y muchísimos más que no lo somos, sus jugadores, algunos -cada vez menos- catalanes y otros muchos que no lo son. ¿Acaso alguien duda de que dos de uno de sus emblemas y sin duda de los más queridos jugadores, es, y lo es orgulloso, uno de un pueblo de Albacete y otros de Rosario, Argentina?

Me hacen gracia los aficionados que critican el barcelonismo de quienes no somos catalanes ni independentistas y pretenden hacernos partícipes de las tonterías que dicen unos cuantos directivos, o de sus conductas, recordando que muchos han sido imputados. De ellos hay unos cuantos madridistas: no creo que ninguno se plantease dejar de serlo por padecer a Ramón Calderón de presidente, por las imputaciones de Lorenzo Sanz, los tejemanejes atribuidos al ser superior o, en su día, por la violencia salvaje de los Ultra Sur amparada y tolerada mucho tiempo. Más cerca si cabe: ¿algún cordobesista ha dejado de serlo por ser el comportamiento de su dueño?

Ser aficionado de cualquier equipo es mucho más que todo eso. Por eso muchos seguimos siendo del Barça. Y muchos, también, antimadridistas. Espero ansioso la llegada del 3 de junio para ver perder en Cardiff al Madrid, contemplar la cara de mi mujer y mis hijas madridistas y esperar que no pueda escribir su mortificante Hala Madrid nuestro querido exdirector Tuto Pérez-Bustamante.

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