Se acaba el año por fin. Y es que 2017 ha sido un ejercicio bastante pobre en noticias positivas, o tal vez que las que no lo han sido tanto han tenido demasiado eco, empezando en enero por la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump hasta los atentados terroristas que nos han tocado de cerca en Barcelona, sin olvidar la crisis catalana y la retahíla de decisiones judiciales que hemos contado, con políticos encarcelados y otros huidos. En fin, que no diría yo que sean 12 meses para olvidar, pero sí para pasar página lo antes posible.

Pero antes de que acabe el año nos hemos encontrado con otra realidad que nos azota en esta Córdoba nuestra y a la que parece que no prestamos excesiva atención. Me refiero a las estadísticas oficiales sobre el padrón que hace públicas el Instituto Nacional de Estadística y que muestran que, por séptimo año consecutivo, la provincia pierde habitantes. Y lo hace de manera leve, pero constante, lo que me lleva a pensar que en algún momento -si la cruda realidad nos deja- deberíamos plantearnos más en serio esta situación. Y no sólo me refiero a las instituciones, sino a la propia sociedad. Como contábamos ayer en este periódico, en Córdoba se ha reducido la población en 14.000 personas en el último lustro, que equivale a lo mismo que si de un plumazo elimináramos del mapa Aguilar de la Frontera y Fuente-Tójar juntos.

Ese mismo día, en la zona Norte de Córdoba se presentaba una plataforma que reivindica mayor atención para las personas dependientes, con el argumento no sólo de que estas personas necesitan cuidados, sino de que cada vez la población se está envejeciendo más y son más los que se quejan del sistema público de ayudas, sobre todo en comarcas como Los Pedroches, donde el problema viene de lejos.

Habrá quien piense que todo esto no es nuevo, que se viene debatiendo desde hace tiempo. Y es cierto, pero nadie parece hacer el intento de buscar soluciones. A más de uno he escuchado referirse a la política de natalidad de determinados países europeos, sobre todo en Escandinavia, a los que ponen como ejemplo no sólo por fomentar el nacimiento de niños, sino por las ayudas establecidas para la conciliación y el cuidado de los menores.

Algo habrá que hacer aquí en esa línea, pero cuidado. No se trata sólo de que los gobiernos legislen en esa materia y faciliten la posibilidad de trabajar de manera que sea compatible con la atención a las familias. De poco servirá si por parte de los trabajadores y sobre todo de las empresas no hay un posicionamiento claro de que todo eso es posible sin afectar a la productividad, a los beneficios y a la responsabilidad social que tienen esas empresas.

En la actualidad, somos los que estamos, y sumamos poco más de 788.000 cordobeses. Habrá que legislar de cara al futuro para frenar esa caída, pero ante todo tendremos que concienciarnos nosotros mismos del problema y de las soluciones. Como dice Fernando Savater, "las personas libres no deben preguntar qué va a pasar en el futuro, sino qué vamos a hacer". Pues eso.

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