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Cofradías

El Huerto mete a San Fernando de lleno en la Cuaresma con su vía crucis

Vía Crucis del Cristo del Huerto en San Fernando.

Vía Crucis del Cristo del Huerto en San Fernando. / Jesús Marín (San Fernando)

El olivo fue esta vez el símbolo que marcó ese camino que San Fernando recorrerá entre el primer lunes de la Cuaresma y la próxima Semana Santa. El olivo que ayer daba cobijo al Cristo de la Oración en el Huerto en la insólita imagen que brindó el vía crucis del Consejo de Hermandades, que viene a ser el mismo que esas ramitas que se repartirán en la mañana del Domingo de Ramos en los templos, cuando todo vaya a dar comienzo. Algo así como un signo que se hace presente en el inicio y el final de ese recorrido que lleva hacia esa gran fiesta que es la conmemoración de la Pasión antes de celebrar la Pascua de Resurrección.

La hermandad del Martes Santo lo incluyó en el montaje de este acto penitencial 'oficial' con la doble intención de recrear fielmente la primera estación del vía crucis –la Oración en el Huerto– y, de paso, para rendir homenaje a su propia historia recordando la imagen que la cofradía brindó con el Cristo de José Luis García Ramos en la primera salida que hizo allá por 1944.  Pero el olivo –que tanto significa en liturgia cristiana– servía también a todo aquel que tuviera ojos para ver para representar con acierto lo que se espera obtener en este tiempo de Cuaresma.

La hermandad –y con ella toda La Isla cofrade– se puso en camino a las seis y cuarto de la tarde arropando desde la Pastora al Cristo de la Oración en el Huerto, la imagen apropiadamente escogida para el vía crucis que tocaba en el Año de la Oración. El público que se repartió por la calle fue especialmente numeroso a la ida. Y la hermandad no dejaba de suscitar comentarios positivos. Alguno había que hasta se sorprendió -para bien, claro- con las solemnes y serias maneras que esta cofradía tan de barrio imprimió al cortejo en esta ocasión.  

La talla que remodelara drásticamente Alfonso Berraquero lució el mantolín y la esplendorosa túnica bordada de los Martes Santo alejándose en este día tan especial para la cofradía de la costumbre que impone austeridad para este acto penitencial propio de la Cuaresma. La hermandad, en realidad, no hacía sino aplicar en la calle y a la cofrade manera aquello que se recordaba el pasado Miércoles de Ceniza: "Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara".

El comienzo de todo, un año más

Pasando por enclaves tan emblemáticos para los hortelanos como la propia Ancha –que en esta ocasión subió desde la Pastora para buscar San Rafael y Rosario– el cortejo se encaminó hacia la Iglesia Mayor materializando en la calle mejor que cualquier otro acto o cartel el inicio de la Cuaresma que el pasado miércoles arrancaba en el interior de los templos con la imposición de la ceniza: los hermanos con la cera, la cruz de guía, el incienso, los cargadores de la JCC portando la parihuela, la capilla musical Lignum Crucis sonando... Que por cierto, interpretó una peculiar versión de La oración en el Huerto que compusiera Agripino Lozano tanto a la salida como a la llegada al templo, ya a las diez y media de la noche.

El rezo de las estaciones del vía crucis se llevó a cabo en el interior de la Iglesia Mayor, como viene siendo habitual desde hace ya unos años en este acto penitencial que promueve el Consejo de Hermandades y que cada Cuaresma preside una titular pasional diferente. Así se busca un mayor recogimiento para las meditaciones. Una vez más el emsemble Jubilate Deo se encargó de crear también la atmósfera adecuada al hacerse cargo del acompañamiento musical entre las lecturas mientras que la imagen del Cristo del Huerto quedó entronizada junto al presbiterio. El momento de su llegada a la Iglesia Mayor, repleta de fieles, fue especialmente solemne.

Y fueron en esta ocasión 15 las estaciones que se rezaron, porque la cofradía escogió para esta tarde tan especial el texto del vía crucis que en su día elaborara expresamente para la hermandad Concepción Montoto, la que fuera superiora de las Esclavas del Divino Corazón, la congregación que fundó Marcelo Spínola (también titular de la hermandad).

Fue uno de esos muchos detalles que en este primer lunes de la Cuaresma pusieron de manifiesto el cariño que los hortelanos llevaron a gala en la preparación del vía crucis. Tenían una espinita clavada desde que en 2010 -la anterior ocasión en la que les tocó presidir este acto penitencial- no pudieran salir a la calle por la lluvia. Y ayer se la sacaron. 

Aunque hubo muchos más detalles, claro. Ayer todo tenía un significado, todo era un símbolo. Como el cáliz de plata que pudo verse a los pies de la imagen del Cristo y que aludía a este destacado momento de la Pasión. Una pieza –explicaba la hermandad en la misma mañana de ayer, cuando se dio a conocer el montaje de la parihuela– donada por un grupo de hermanos que peregrinó a los Santos lugares en 2011 y que fue consagrado por primera vez en la basílica de la Agonía la noche tras realizar una procesión claustral por Getsemaní. O las tres rosas que simbolizaban la sangre que Jesús sudó durante su agonía en el Huerto.

Todo se había pensado con mimo para este vía crucis, que un año más vino para decir que todo volvía a dar comienzo, para marcar el camino hacia una nueva Semana Santa.

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