Tinta y borrones

La mirada de Ruth Ortiz

Ruth ha pasado su duelo, pero no quiere que semejante crueldad pueda ocurrirle a nadie más

El pasado viernes Ruth Ortiz visito el Ayuntamiento de Córdoba como invitada por la Plataforma contra la Violencia de Género para participar en el Pleno extraordinario por el 25-N. La presencia de Ruth nos cambió la cara a los periodistas que normalmente cubrimos la información municipal y, sinceramente, al menos yo me quedé sin palabras ante la mirada de una mujer que ha sufrido lo que nunca nadie podrá imaginar y que sigue manteniendo la compostura y mirando hacia delante a pesar de que seguramente el cuerpo y el ánimo le pedirá otra cosa muy de vez en cuando. Ruth nos atendió de manera muy amable y, después, tuvo una intervención en el Pleno que demostró la altura moral de una mujer que vivió en sus carnes la pero forma de la violencia de género. El rencor y la maldad de un hombre llevados al extremo, pues le arrebató lo que más quería, sus hijos, simplemente como venganza por haberle dejado. Ruth ha pasado su duelo, como todo el mundo, pero no quiere que semejante crueldad pueda ocurrirle a nadie más. Y ahora alza su voz para sacudir conciencias y decirle a todo el mundo que esto hay que frenarlo, que ya está bien, que no queremos ni una menos. Y lo hace con una mirada triste, porque imagino que esos ojos nunca podrán recuperar la alegría al completo, y con una voz pausada pero clara, de las que te dejan tocada.

Ruth Ortiz tuvo la entereza durante discurso de agradecer el apoyo que recibió de la plataforma cordobesa en el peor momento de su vida y también agradeció a la ciudad de Córdoba sus muestras de afecto. Dijo que nunca se había sentido sola en esta ciudad. Y a mí me costó mirarla a la cara, porque no sé si merecíamos ese reconocimiento, porque sigo teniendo la duda cada día de si lo estamos haciendo bien. De si hago todo lo que está en mi mano para conseguir frenar esta situación injusta hacia la mujer, que tiene la peor expresión en la violencia de género, pero que hay golpes que no se ven y duelen casi más. Porque ya ha pasado el 25 de noviembre y, cada uno desde su ámbito, puede seguir haciendo cosas para seguir logrando lo que nos corresponde. Aprovechemos la resaca del 25-N para seguir alerta, para seguir removiendo conciencias y para lograr de verdad ese pacto de Estado que podría ser un buen espaldarazo para continuar en este lucha en la que todavía queda tanto por hacer. Que no tengamos que volver a pedirlo otro 25N.

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