Un fado para IU

Pablo Iglesias, un político que anduvo en la propia IU para luego, como se va viendo, deglutirla sin problema

Izquierda Unida, marca en su día tan moderna y aséptica, anda hoy muertecita y pendiente de funeral. Al Partido Comunista le sirvió durante el tiempo que le sirvió, pero el nacimiento de Podemos y su éxito electoral ha hecho pensar al PC que su vieja mascarilla, pues eso fue en cierto modo, estaba rota y carecía ya de interés. Ahora toca esquinar esas siglas, y ya se verá si las meten en una urna o las arrugan y las echan al contenedor de la política patria. Así se deduce al menos de los comicios que se han producido este fin de semana en el Partido Comunista Andaluz, el mítico PCA, donde las tesis de Alberto Garzón, gran maestre del derribo de IU, han triunfado a través de su fiel Ernesto Alba, con la cordobesa Elena Cortes, veterana de mil guerras políticas desde la misma mocedad, como estrecha colaboradora del secretario general. La elección, sin embargo, deja su herida, su aroma dudoso. Porque nunca hasta ahora el PCA había tenido que elegir secretario general entre dos opciones, lo que ya da muestra de la división. También por el resultado, pues aunque Alba logró la elección con solvencia cosechó un 38% de oposición. Un porcentaje, cuatro de cada diez, que se puede equiparar con lo ocurrido en las últimas elecciones generales, cuando el conglomerado de Unidos Podemos no logró el resultado que esperaba debido a que una nutrida bolsa de votantes tradicionales de la coalición no veían ni ven con buenos ojos esta confluencia que al fin al cabo supone el fin de su independencia. Es decir, el sometimiento a la fuerza mayoritaria, que es Podemos, y al liderazgo de Pablo Iglesias, un político que anduvo en la propia IU para luego, como se va viendo, deglutirla sin demasiado problema ni esfuerzo. El asunto parece por tanto claro en cuanto a que el derribo de Izquierda Unida es imparable pues así parecen desearlo la mayoría de sus militantes, pero persiste la duda de qué ocurrirá con ese 40% que no secundó a Alba y que quizá esté en otras posiciones. Y está claro que o Unidos Podemos, o como quiera que se llame el vehículo futuro, atrae a ese gente y lima asperezas o difícilmente logrará su soñado sorpasso sobre el PSOE. IU, sea como sea, huele a muerto y ya sólo falta que le compongan un fado para nostalgiarla con la saudade que su historia de derrota y melancolía reclama.

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