Mentiría si dijese que no me ha sorprendido la decisión tomada por el PP, conocida a principios de esta semana, que impide a José Antonio Nieto, antiguo alcalde y hoy flamante secretario de Estado de Seguridad, presentarse a la reelección como presidente provincial del partido. Con independencia de la bondad o no del principio "una persona, un cargo", es un hecho cierto que hay bastantes dirigentes populares que simultanean importantes cargos ejecutivos con otros orgánicos y que aunque los estatutos establecen unas reglas claras de incompatibilidad, también arbitran la posibilidad de hacer excepciones en función de las circunstancias. Nadie, ni el más acérrimo detractor de Nieto, discutirá que deja un partido sólido, pacificado y ganador, a diferencia de otras provincias en las que las hostilidades se han generalizado y son públicas y notorias.

Admitir excepciones en algunos lugares -en Andalucía el caso de Cádiz es flagrante- y vetarlas en otros no me parece el camino más acertado, la verdad: genera una cierta imagen de incongruencia y al mal pensado puede llevarle a conclusiones, creo que equivocadas, acerca del uso de los estatutos en clave de interés personal. Dicho lo anterior, es poco discutible que compatibilizar ciertos cargos con la presidencia de un partido exige más titanes que políticos, y que, en mi opinión, es tan claro que la medida, defendida con firmeza por Juanma Moreno, de un hombre un puesto tiene todo el sentido como que en este caso no se ha gestionado bien y puede conducir a una renovación precipitada.

Llegados a este punto, los militantes populares cordobeses tendrán que elegir nuevo presidente. Tengo la sensación de que la elección se producirá en un congreso en el que habrá más de una candidatura. Nadie sabe a estas alturas, al menos yo no tengo la más remota idea, quién se postulará para el cargo, pero a quien lo haga habrá que reclamarle grandeza y generosidad para integrar a quien pierda el Congreso, voluntad firme de trabajo y coraje para tomar en ocasiones decisiones ingratas, selección de los más competentes, esfuerzo por atraer a los jóvenes (algo está fallando cuando sólo el 5 por ciento de los jóvenes entre 18 y 25 años votan PP), apertura hacia la sociedad civil y oídos abiertos para escuchar las críticas y las propuestas de todos. Sólo así el partido solvente y ganador que nos deja Nieto seguirá siéndolo los próximos años.

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