Situación real: derrota clamorosa en municipales y autonómicas; convocatoria inmediata de generales (“asumo los resultados en primera persona”, aplausos de los diputados y senadores en el Congreso, sin fisuras ni crítica); a pesar de lo que ahora parece, derrota en las elecciones, pero con la suma de casi todo lo que no es PP (más Coalición Canaria con UPN) y Vox (alimento impagable e infumable de las opciones de Sánchez) saldría su investidura; de hecho, ensayo general de la Mesa del Congreso y la suma sale de sobra: Armengol lo preside; Feijóo es propuesto para la investidura, le faltan cuatro y, salvo sorpresa mayúscula, no llegará; Puigdemont pone precio, amnistía y autodeterminación, pero, vamos, amnistía; ERC entra en la convidada, aunque menos festivo; Sumar busca abiertamente la opción, foto en Bruselas; pinganillos… en fin; y Sánchez no suelta prenda: la palabra no sale de su boca, pero, ¡ay!, advierte muy chic, en Nueva York, muy solemne el sitio para dar caña, ¡la embajada!, muy líder, tranquilo y seguro, que, ¡atención!, será coherente para alcanzar una solución política. ¡Oh, disaster, my dear! ¡Pedro y coherencia en la misma frase!, ¡y no es el amigo de Heidi, es Sánchez!

Nicolás Redondo Terreros, entre otros y por muchos, habla esto mismo y lo expone con detalle (y elegancia). Sin proceso, sin garantías, sin vergüenza, en menos de veinticuatro horas, a la puta calle, donde los de Pedro saben que Redondo irá cómodo porque está plagada de derechistas duros, voxeros camuflados, fachas de tomo y lomo, palanganeros de los medios, y, en fin, nostálgicos de los sheriffs más reprobables de nuestro sistema, Rajoy, Aznar y Felipe. Por cierto, Felipe y Alfonso dicen, felizmente, lo mismo y más. Se les critica por viejos, los segundos más visibles de Sánchez, y por traidores, los bultos de Peter en redes, pero, por ahora, no hay arrestos para echarlos. Nada es descartable mientras Sánchez (se) salva (en) España.

Amado líder –es broma, señor: tú lo sabes todo, tú sabes que no te amo–, es muy posible que seas presidente de nuevo, con lo que me temo que nos joderemos todos bastante, salvo tú. No he confiado un solo minuto en ti, desde que aceptaste a Bildu en la censura. No ganaste ahora, perdiste (mastícalo frente a tu espejo mágico) pero, si sumas, serás un presidente legítimo, otra vez, y, claro, ya eres un líder democrático, muy a pesar de la democracia, exportable, chuli y chachi. Perfecto. Pero, si hay algo que no te perdono es que hayas convertido esa casa común que fue la mía (rica en debate, vertebral en el país, indispensable en los avances) en un páramo silente, adocenado, huero y rehén incomprensible de tu soberbia megalomanía. Cuando pases, que pasarás, no sé si será posible reconstruir su dignidad.

P.S.: Albergo, aún, una tímida esperanza. Quizás se repitan. Ojo, que igual se lo apunta por no transigir. Es muy capaz. Otra cosa: ha surgido Nexo y Tercera España. Algo se mueve.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios