Tinta y borrones

Ahora o nunca

Lo que cuesta queentre en la cabeza es que no toda la violenciaes un ojo morado

Entiendo que para un hombre formado, con un trabajo cualificado, educado, con una alta consideración de sí mismo sea duro darse cuenta que es igual de machista que el que grita barbaridades -me niego a decir piropos- a una chica que pasa por delante del bar donde se está tomando la cerveza. Tan duro tiene que resultar que no lo suelen aceptar y, a menudo, arremeten contra el fundamentalismo de estas feminazis a las que se les va la cabeza. Afortunadamente hay cosas que están cambiando que a una le dan fe para creer en el futuro de esta sociedad y en el papel que ocupará la mujer. La semana pasada el presentador Pablo Motos estuvo en el punto de mira por su entrevista a cuatro actrices españolas a las que les preguntó, entre otras cosas, si les gustaba bailar reggaetón o perrear. Por cuestión de horarios, no suelo ver ese programa, pero a raíz de esa desafortunada entrevista han salido otras igual de graves como cuando le dijo a la periodista y escritora Mónica Carrillo que podría escuchar las noticias sin voz, sólo por verla a ella. ¿Se imaginan esa afirmación dirigida a Matías Prats? Yo tampoco.

Las mujeres estamos un poco cansadas de que se nos trate como locas al poner el foco en este tipo de actitudes. Y eso ocurre porque, a menudo, a quien se le afea estas cuestiones se siente atacado y piensa que se le acusa de maltratador o algo parecido. Está claro que el machismo está íntimamente ligado con episodios de violencia de género, pero también es cierto que no todos los machistas acaban pegando a las mujeres. Ellos, que piensan que nunca pondrían la mano encima a nadie, se ofenden cuando se les achaca su aportación a este sistema que, hoy por hoy, sigue siendo desigual para la mujer. Lo que cuesta que entre en la cabeza es que no toda la violencia es un ojo morado.

Y ha tenido que ser una chica de 17 años la que venga a mostrarnos el cruel espejo que nos estampa con la realidad de que, en mayor o menor grado, todos estamos haciendo que las cosas no cambien o lo hagan muy lentamente. Ahora o nunca se titula su corto en que sólo enlaza una retahíla de 150 frases que empiezan de manera inofensiva pero pueden acabar en auténticos dramas. Frases, sí, dichas por hombres y mujeres. "Si no querías que te miraran para qué llevas ese escote". Y así todo.

Cada vez más estos comentarios chirrían, se denuncian y se penalizan, afortunadamente, por la sociedad, los diga Pablo Motos o se grite desde la barra de un bar. Porque es ahora o nunca.

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