Tribuna

Abel veiga

Profesor de Derecho en ICADE

El renacido

El renacido El renacido

El renacido

Le llamaron el breve, como aquel monarca de la transición. Le llaman ahora el resucitado, el ave fénix. Pero tal vez el mejor adjetivo es el de renacido. Pedro Sánchez resurge de la caverna, del foso donde un día de octubre le arrojaron los suyos, no sin torpezas propias y errores estratégicos, pero también con corsés obligatorios que tras las elecciones de diciembre de 2015 les había sido impuestos. Precios de viejos ungimientos. Contrafrenos de viejas cúpulas y ejecutivas que nada tienen que ver hoy con la militancia. Nunca como hasta ahora el abismo entre aparato y militancia se había manifestado en la casa socialista. Fractura total. A España siempre le ha subyugado la derrota, el perdedor. Siempre ha habido una querencia. El valor de la épica, o su propia mística, eso sí, relativizada. Quizás como conciencia y lastre de pueblo derrotado, conciencia equívoca sin duda. Como aquellas dos Españas y una tercera que lo perdió absolutamente todo. Y esto mismo sucede en la casa de los socialistas. El mito del perdedor, del defenestrado, del derrotado, del ultrajado, del desposeído del poder por un golpe en los cuarteles de los viejos aparatos y una gestora que simplemente se perdió y hundió estos meses. Es obvio que hoy interesa denostar ya las primarias, su valor, su utilidad, su eficacia. Máxime cuando los resultados no gustan a quiénes ostentan, detentan y colorean el poder. No precisamente político.

Pedro Sánchez ganó. Frente a todos, ganó. Pero, ¿es otro Pedro Sánchez, más maduro, menos virginal, más rocoso y desde luego envuelto en otra forma de ser, actuar, liderar? ¿Qué proyecto vive ahora en su cabeza? ¿Qué hará, cómo lo hará en un discurso cada vez más medido y necesitado de sensatez, prudencia, valor, coraje y cierto desparpajo para liderar la izquierda y sobre todo, pretender llegar a su propio Rubicón? Después de hacerse públicas las cifras de avales era cantada su victoria. Susana era peor candidata que él. Y eso, salvo en su federación, y los que jugaron a ser barones con espada en mano, lo sabían. Perdió su tren hace dos años y éste le acaba de propinar una bofetada en toda regla. Sin ideas, sin proyecto. Tampoco los demás lo tenían. Pedro Sánchez portador inequívoco del noesnoismo, el no es no, acaba de apuntillar a todos los que le defenestraron en octubre. Aquel octubre rojo, donde marchitaron definitivamente el socialismo, y donde las lágrimas de la andaluza se han vuelto en su contra hoy, como muñidora en la sombra del desastre de Ferraz.

La gran incógnita es ahora si será posible o no reconstruir el PSOE y con qué mimbres, con qué gente y con qué proyecto, por que no lo hay. La socialdemocracia no lo encuentra. Esa es la realidad. Se equivocan si las vendettas cobran protagonismo. Se equivocan si tras una defenestración viene otra. Y yerran si piensan que Sánchez no intentará todo lo que haga falta para poner punto final al gobierno del partido popular.

La estabilidad y la gobernabilidad son cosas bien distintas, también distantes. Con esta victoria, veremos si la legislatura fenece o no, y todo se enroque en el tablero de unas nuevas elecciones, y sobre todo, en qué fecha, o por el contrario, si las aguas no bajarán tan turbias como en 2016 en las casas de unos y de otros. Veremos si Rajoy acaba convocando elecciones o bien a finales de año o bien en la primavera, y veremos también como bascula la política, el politiqueo, la corrupción y el chalaneo. También el poder de cada uno ante un electorado menos desinformado de lo que siempre estuvo, igual de harto por lo que ve y contempla que no se mueve, ni se acciona palancas de regeneración algunas.

Todo es susceptible de ir a peor. Incluso el propio partido socialista. ¿Refundarlo? No parece lo probable. ¿Reconstruirlo?, no si todos no ponen de su lado. La grandeza es ser magnánimo en la victoria y leal en la derrota. La cara de circunstancias de Susana Díaz, a quién los trenes la han desbordado por su negligencia contumaz y pertrecharse en las sombras de una trastienda cínica y prepotente, anuncia poco pacto, poco acuerdo y también consenso, amén del final de sus ambiciones por el momento, también de su juego de bambalinas. Las caretas se les han caído a todos, también a los barones y a las viejas ejecutivas que no dudaron en poner a finales de los setenta el PSOE patas arriba, con y sin Suresnes. Sánchez buscará su propio Suresnes, su legitimidad ahora radica en la militancia y no en ejecutivas. Equilibrar ambas manos será complejo. Pero esta vez sí, las primarias las carga el diablo, pero también la épica, el olor a derrota y a víctima, y Pedro Sánchez ha sabido valerse de esto, fue una víctima y así se lo creyó, y culpó a este PSOE que no le apoyó de ser el salvador de Rajoy, y esto, más la conspiración de cuchillos contra él, pese a sus enormes errores en su etapa anterior, le ha llevado en volandas. Lección amarga de una gestora y unos cargos que se creyeron por encima del bien y del mal, pero sobre todo, demostraron ignorar lo que las bases sienten, piensan y quieren. Jaque mate para el renacido. De momento.

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