Un señor con boli

El resultado obvio es que el señor Sánchez fracasó en la estrategia de entorpecer el discurso de su contrario

Al final, el debate resultó áspero y desabrido. Ayer mismo los analistas destacaban el carácter incisivo de los oradores, añadido al resultado del combate. Un resultado dispar, como cabe imaginarse. Unos opinaban que ganó Feijóo, otros que perdió Sánchez, y otros todo lo contrario. Quienes así piensan, quienes vieron a un Sánchez nervioso y desubicado, creo que no son justos con el presidente. El señor Sánchez se ciñó con tenacidad a su estrategia; pero su estrategia no le resultó efectiva. Enfrente se encontró con un oponente que hacía abstracción de sus interrupciones –las del señor Sánchez– y se dedicaba a hacer cálculos y anotaciones con el bolígrafo, como quien explica la lección a un alumno refractario.

Esta estrategia de la interrupción perpetua la utilizó mucho don Pablo Iglesias, con gran permisividad de los moderadores, y con óptimos resultados para su causa, puesto que sitúa al interlocutor en la fatigosa tesitura de retomar su discurso a cada poco. El lunes también hubo cierta permisividad a este respecto. Pero el señor Feijóo no varió el tono de su discurso ni la cadencia de sus palabras. Con lo cual, el señor Sánchez parecía un señor algo nervioso y descentrado, cuando lo cierto es que se hallaba muy centrado en desequilibrar, sin éxito, a su oponente. Creo haber dicho aquí que el señor Feijóo es un usuario cauteloso y medido del idioma, que suele responder con otra pregunta. Esto implica un dominio de sí y de su discurso que los asesores del señor Sánchez no parecen haber tenido en cuenta. A ello cabría añadirle que el señor Feijóo es un político experimentado, al cual no debe ser tan fácil tentar con tales argucias. El hecho inicial, en cualquier caso, es el mismo. El señor Feijóo sabe orillar con facilidad las interrupciones, sin desviarse un ápice de su discurso.

En tales circunstancias, el señor Sánchez no podía parecer sino un postulante con prisas, mientras que el señor Feijóo era un señor con gafas y bolígrafo que desautorizaba pacientemente a su pupilo. Incluso el minuto final, el señor Sánchez lo dedicó, mayormente, a desprestigiar a la oposición, mientras que el señor Feijóo, ya sin interrupciones, se limitó a decir aquello que querría hacer en el futuro, caso de ganar las elecciones. El resultado obvio es que el señor Sánchez fracasó en la estrategia de entorpecer el discurso de su contrario. Lo cual, viniendo del presidente del Gobierno, no deja de ser una estrategia significativa, tan arriesgada como pobre.

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