el problema está en el PP

El PP es incapaz de asimilar que Vox tiene personalidad, ideario y votantes, y que es posible llegar a acuerdos

No voy a hablar de su proverbial soberbia, de su casi total incapacidad para los pactos razonables, de su cobardía atávica para afrontar los temas culturales en los que se decide el futuro de la sociedad, de su sumisión a los grandes poderes económicos, del sistemático incumplimiento de sus promesas a un electorado del que no se siente parte, de su ingratitud con quienes un día le ayudaron a romper el cordón sanitario que le trazaron, en esta misma Andalucía, quienes hoy corteja, de su insolidaridad con los compañeros acosados o caídos en desgracia. No, todo eso ya es sabido y está descontado a estas alturas. Se lo perdonaríamos si al menos fueran listos y hubieran sido capaces de aprovechar una oportunidad que hace sólo dos meses parecía imposible que desperdiciaran. Ni siquiera ellos. Pues lo han hecho.

Todo lo anterior es parte ineludible de la explicación del fiasco, del tremendo gatillazo del PP y de Feijóo el pasado domingo. Porque todas esas taras forman parte de la paranoica actitud con Vox que la cúpula del PP –quizá ya todo el PP– se empeña en mantener. Pese a saber que es el único partido que acepta su alianza –patético Feijóo implorando su apoyo al PNV que destrozó al gobierno de Rajoy–, le distingue con el desprecio y la animadversión. Elucidar las causas de este comportamiento requeriría del diván del psiquiatra antes que de la pluma del analista. Sólo los compromisos del PP con sus socios europeos para aislar a la derecha “populista” pueden explicar algo tan irracional. Pero si esa fuera la causa, ello supondría ignorar la naturaleza de Vox y equipararlo a partidos con los que apenas nada le unen. Y, peor aún, ignorar la realidad de la derecha española.

El problema está en el PP porque, casi diez años después de la fundación de Vox, es incapaz de asimilar que este partido tiene personalidad, ideario y votantes propios, que es posible llegar a acuerdos con él, pero no fagocitarlo ni ponerlo a su servicio. La estrategia del PP en estas elecciones, tratando de perjudicar a Vox –¡a su único socio posible!– de todas las maneras imaginables, se ha vuelto cruelmente contra él. ¿Han visto ustedes algo parecido entre el PSOE y Sumar? Malvados quizá, pero no bobos. La apelación al mal llamado voto útil, sobre la base de sondeos falsificados, ha impedido al centroderecha alcanzar la mayoría absoluta con todo a favor. Feijóo estará contento.

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