DESDE LA RIBERA

Luis Pérez-Bustamante

El límite de la atonía

EL diccionario de la Real Academia Española -ése que para Bibiana Aído es machista- define la atonía como "falta de tono y de vigor, o debilidad de los tejidos orgánicos, particularmente de los contráctiles". Dicho de otro modo, la atonía es lo que ocurre en los medios de comunicación durante los meses de verano, en los que más que otra cosa se procede a rellenar hojas mientras se cuentan los días de calendario que quedan para irse a dorar la panza al sol. La atonía se produce porque, además, estamos cansados de hablar de lo mismo y de sacarle punta al último comentario feliz del protagonista de turno.

Al contrario de lo que ocurre en las redacciones, en los cuarteles generales de la política, el mes de julio se caracteriza por una especie de temor al fin del mundo con la llegada de agosto y durante estos días nuestros próceres se multiplican en reuniones, contactos y encuentros para conseguir poner en orden y funcionamiento todo aquello que han sido incapaces de arrancar durante el resto del año. Hay, sin embargo, en esta frenética fiebre de reuniones muchísima atonía, entendida como "falta de tono y vigor", pues si en 11 meses no han podido poner en pie algo, difícilmente lo lograrán en tres días. Y esto es lo que le ocurre a esta ciudad con sus dos proyectos más añorados, la Capitalidad Cultural y el Palacio del Sur, que por más que nuestra siempre optimista alcaldesa se afane en decirnos que están a un tris de solucionarse no hay manera de meterlos en vereda.

Rosa Aguilar se queda ronca de repetir que tendremos gerente de la Fundación antes de fin de mes, al mismo tiempo que repite hasta la saciedad que las negociaciones con Rem Koolhaas son duras pero van bien, y que antes de verano tendremos solución para el centro de congresos. Dos proyectos que acumulan años de preparación siguen estancados y víctimas de la atonía en su significado estricto. La Capitalidad, porque quienes deben empujarla carecen del vigor necesario para hacerlo, de las ganas de solucionar un trámite burocrático que se extiende hacia el infinito. Pocas veces se ha visto más demora en la elección de una gerente y pocas veces se ha exteriorizado tanto la falta de fuelle de la Administración. Y luego está el Palacio del Sur, que no hay dios que arregle porque falta el tono físico necesario para ponerlo en marcha. Como le ha pasado a Ronaldinho en el Barça, a la alcaldesa le coge esto ya fuera de forma, perdido el tono muscular. Tantos partidos desgastan a cualquiera y la regidora ya carece de la velocidad de regate que tenía antaño. Como el último Butrageño, se lía sola con la pelota y habrá que ver si no termina por meterse un gol en propia meta. Hasta el momento mantiene vivo el partido en la enésima prórroga, gracias a que la atonía que domina a esta Córdoba se acrecienta con los soles veraniegos. Esperemos que la pretemporada agosteña le devuelva el vigor y el tono.

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