Otro año, otra Velá

Que se salga de este bucle parece improbable, así que lo previsible es que sigamos viendo 'fuensantas' politizadas

Córdoba ya está de puente septembrino, de Velá, aunque lo cierto sea que la fiesta fuensantina sigue sin convertirse en un punto de encuentro destacado para la cordobesía. Para ser la Feria chica de la ciudad le falta vuelo, y por eso, o al menos es mi humilde sensación, se queda en fiesta de barrio por la que pasan miles de personas, eso no lo dudo, pero de la que viven completamente al margen muchas miles de personas más. En otras urbes no ocurre así, pero esta fiesta lleva años marcada por la polémica y sin que nadie piense en darle otro aire para que los cordobeses se sientan atraídos hacia ella y la hagan suya más allá de ese día de asueto en el que los que pisan el Pocito son los menos. El asunto aquí, en vez de estar en eso, en la promoción de la fiesta y en su actualización, ha andado por contra por otros lugares, con tipos que han utilizado el barrio para echar a combatir a esas dos córdobas esquinadas que copan los católicos más frentistas y el anticlericalismo más rabioso, aunque a veces se camufle bajo terno elegante y moderado. Y no hablo sólo de políticos, aunque sea más que cierto que muchos de ellos han querido hacer de esta festividad un mitin derechón o comunistón, siempre populista y sentimental como no podría ser de otro modo, sino también de personas vinculadas con colectivos de vecinos, asociaciones que, por desgracia, en esta ciudad suelen estar politizadas. Que se salga pues de este bucle parece improbable, por lo que, conforme cambien de signo los gobiernos municipales, lo previsible es que sigamos viendo fuensantas retorcidas hacia un lado o hacia el otro sin solución de continuidad. No se puede hablar por tanto de esperanza alguna, sino de temor, de preocupación por la posibilidad más que entendible en tal contexto de que otras fiestas, pongamos por caso la Feria de la Salud, caminen en esa misma línea de convertirse en campo de batalla ideológica y no en fiesta de todos sin color que la distinga. Algunos intentos hubo de buscar frentes con eso en el pasado y sospecho que en el futuro los habrá. Son los problemas de una ciudad que siempre ha funcionado de arriba a abajo. De abajo a arriba casi nunca. Tal vez jamás.

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