El PSOE pierde la esencia y la ambición

El único que ejerce un liderazgo fuerte en el PSOE es Sánchez, pero a costa de dejar a los suyos al borde del precipicio

El PSOE pierde la esencia y la ambición

El PSOE pierde la esencia y la ambición / Dpto. de Diseño

EL empeño de Pedro Sánchez por otorgarle al PSOE el papel de subalterno de los independentistas llegó a su máxima expresión en Galicia. Que descartara a su candidato para impulsar al BNG refleja lo poco que le importa su formación con tal de seguir en el poder. Aunque con “guerrilleros” como Koldo García, Ábalos y compañía, a los que confió el control de su organización, la cultura de partido no parece preocuparle en exceso. Sánchez ha dejado temblando a las siglas tras las gallegas y también a los socialistas andaluces. Quizá porque renuncia a conquistar Andalucía. Su gran coalición con Sumar y los independentistas tal vez alargue su estancia en Moncloa, pero el PSOE ha perdido su esencia y la ambición. Espadas no logra configurar su propio espacio político en Andalucía porque se ha quedado sin discurso. El presidente le pide más liderazgo a la vez que lo empequeñece. Se lo reclama a él y a todos sus barones. Y quizá no le falte razón, pero también ha construido su liderazgo a costa de dejar a los suyos al borde del precipicio. Salvo a García-Page, que goza de autoridad y arrasa. Pese a todo, Sánchez no deja a nadie atrás: para eso están el BOE, el Congreso y el Senado, donde sitúa a los que perdieron el sillón tras el castigo que las urnas le propinaron el 28-M.

Consciente de lo que le espera, Espadas no oculta su alergia al Senado. Para no tener que pisarlo, ha pedido el voto telemático para quienes ostenten un cargo autonómico, como es su caso. Pronto tendrá que hacer de tripas corazón para defender la amnistía y a la vez recuperar el terreno en Andalucía. Y no lo tendrá más fácil al bendecir los Presupuestos al capricho de los separatistas. Así será difícil que le crean cuando proclame que Andalucía es lo primero para el PSOE. Puede que así fuera durante 45 años, pero ahora no se lo cree ni él, porque los agravios comparativos son incontestables. Bildu en cambio sí presume en el País Vasco de que el Gobierno ha sumado un sinfín de plazas MIR para alcanzar las 1.200 el año pasado, a fin de paliar el déficit de médicos. Las pensiones también han subido en Euskadi. Por el contrario, en Andalucía, sólo en el primer semestre de 2022, el último del que existen datos oficiales, el Gobierno ejecutó una cuarta parte de la inversión de la Administración central comprometida, mientras que Cataluña recibía cuatro veces más de lo previsto. La comparación con los planes de empleo también es terrible. Y podríamos deprimirnos con los datos de la ayuda a la dependencia. El déficit de financiación con Andalucía es tan grande como la brecha que la separa de los nacionalismos insaciables, por más cuentas de la vieja que haga la ministra Montero. Espadas lo sabe. Y Sánchez no encuentra en Andalucía el terreno abonado para ampliar su gran coalición con un nacionalismo excluyente. El andalucismo es otra cosa. Y hoy los más andalucistas del mundo son los del PP, aunque no terminen de creérselo. El día que Andalucía deje de pedir lo mismo que los demás y exhiba su propia personalidad, cambiará su suerte y será más respetada.

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