Olvidos

Lo esencial en el centenario de Miguel del Moral debería ser una exposición que difundiese su obra

El Ayuntamiento de Córdoba ha anunciado esta semana un espectáculo homenaje en memoria del pintor Miguel del Moral, de cuyo nacimiento se cumplen cien años este 2017. Ilustrador de la revista Cántico, a Del Moral lo apodaron en vida el Zurbarán cordobés y nadie puede dudar del lugar que ocupa en nuestra pintura, pero lo cierto es que, tras su muerte, su figura entró, como suele ser bastante habitual, en una cierta nebulosa. De eso también da fe esta celebración que plantea la municipalidad, pues la misma llega en un mes extraño -él nació en abril- y de forma singular, atípica: con un espectáculo de trasfondo musical y flamenco. Del asunto de las fechas poco hay que decir. El Ayuntamiento explica que es así porque se ha decidido distribuir las actividades en un año en el que se celebran otros dos centenarios de fuste, el del poeta Ricardo Molina y el de Manuel Rodríguez Manolete, y añade que celebrar la efeméride en el contexto del festival de creación joven Eutopía le agradaría al propio pintor, algo que nadie sabe pues imposible es preguntárselo. Sea cosa premeditada o sea improvisación, que se antoja lo más probable, lo cierto es que el problema no es tanto la fecha sino que al homenajear a un pintor se tire de un arte distinto al suyo para recordarlo. Quiero decir que el espectáculo que se anuncia podía haber sido una buena actividad paralela de su centenario, pero se echa en falta lo mollá, lo esencial: una exposición de su obra que permitiese la difusión de su pintura entre todas las generaciones que apenas hemos podido ver de su legado algo más que obras aisladas por aquí y por allá. Muestra acompañada, por supuesto, de un buen catálogo, que actualizase el análisis de su creación, su vida y su contexto, algo que, por lo que se anuncia, no se dará. Nada raro en una ciudad que nunca supo cuidar ni valorar a los artistas plásticos de su siglo XX más allá de Romero de Torres, Botí, Mateo Inurria, Espaliú y Equipo 57, y en esos casos también con carencias. Una ciudad sin un centro de arte contemporáneo decente durante décadas que nunca le ha dedicado una antológica al añorado Antonio Povedano o al incombustible Liébana. Córdoba de silencios y poetas, pero no de pintores. Córdoba de olvidos que a sus hijos, como es el caso, los trata a menudo tan sólo regular.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios