Tinta y borrones

Blue monday

El día más triste podría haber sido cuando supimos los PGE o el informe sobre pobreza en el Distrito Sur

Dicen que ayer fue el día más triste del año. El blue monday responde parece ser a una ecuación que establece que el tercer lunes de enero es la jornada más deprimente del año. Pasada la euforia de las fiestas, la exaltación del amor, la amistad y los reencuentros, rebasado ya el gasto en las rebajas y el placer de las compras, caemos en la cuenta de que la cuesta de enero es alargada y que aún no hemos empezado nuestros propósitos. Todo esto puede tener una explicación más o menos científica, pero en realidad lo del blue monday fue un anuncio publicitario de una agencia de viajes. Y, realmente, ¿a alguien se le ocurre mejor antídoto contra la tristeza que planear un viaje? Aunque sea ese que nunca lleguemos a realizar, el destino anhelado o la cruz del mapa que sigue resistiéndose.

Yo pensaba que el lunes triste fue el 14 de enero cuando se presentaron los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y confirmamos que Córdoba sigue pintando lo mismo en Madrid: nada. Podría haber sido también el día más triste del año el jueves, cuando conocimos el enésimo informe que sitúa al Distrito Sur entre los más pobres de España. Quizá para algunos que esperaban alguna consejería sí que fue ayer un verdadero blue monday.

Como una no puede ahora pensar en viajes, no queda otra que contrarrestar esta tristeza con otros pensamientos positivos. Por el momento, no nos hemos puesto propósitos muy complicados de cumplir, más allá de seguir apostando por esas excepciones que resultan ser la sal de la vida. Y quizá en eso esté la felicidad. Cuando empiezas a asumir que, por mucho que se empeñen los coachs, hay cuestiones en la vida que no dependen de ti, solo nos queda dar lo mejor de nosotros mismos en lo que sí tenemos el control.

Dar un paseo por el mismo lugar por el que has pasado cien veces para verlo distinto, ir al cine después de muchos meses aunque la película sea un truño, recibir o enviar un mensaje de voz de una amiga que vive lejos, comprar flores frescas, atreverte a cocinar esa receta. Ponerle por fin un marco a la acuarela que compraste en Venecia. Aprender a configurar la radio que te han regalado los Reyes.

Y pueden parecer cosas insignificantes, pero creo que la suma de ellas hace que lo del blue monday te parezca una completa estupidez. Porque habrá día peores, solo hay que saber afrontarlos.

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