Análisis

rafa rojas

Me hubiera gustado conocer al Oltra persona

Los adioses son duros. Momentos amargos para quien lo sufre en primera persona y para quienes le rodean. Y de ello puedo dar fe porque también quien suscribe pasó por una emotiva y cálida despedida que aún eriza los bellos de mi piel nada más recordarla. Y aquella, como la que ayer protagonizó José Luis Oltra, ya ex entrenador del Córdoba, igualmente estuvo acompañada de lágrimas y reconocimientos que no reparan el sufrimiento vivido, pero que al menos mitigan en algo el dolor. El profundo dolor de ver inacabada una obra cimentada en el trabajo diario y en la honestidad de un profesional, más allá del particular y subjetivo análisis que pueda hacer cualquiera.

Ayer despedimos al entrenador no porque la afición lo pidiera, que no lo pidió salvo tímidamente el domingo ante el Getafe, ni porque un sector de la prensa esté más o menos de acuerdo con su trabajo, ni por tener a un vestuario en su contra. A Oltra, como a otros tantos, le echan los resultados, y no hay más. Personalmente puedo tener una modesta opinión de su labor en el banquillo cordobesista, pero hoy el hombre está por encima del entrenador. Aquello de "buen entrenador y mejor persona", a tenor de la despedida que le tributaron sus jugadores, técnicos y demás personal del club, es para estar fuera de toda duda. Hoy no quiero analizar si su método es tal o cual, si sus cambios son acertados o no, o si gestionó bien o mal junto con su director deportivo la confección de su plantilla. Hoy quiero decir que me hubiera gustado conocer al hombre José Luis Oltra. Suerte y nos vemos en el camino.

Y al Córdoba y a su nuevo presidente, al que hay que dar un margen de confianza y tiempo para que gestione el club que quedará tras la etapa de Carlos González, me atrevo a repetirle parte del estribillo de uno de los nuevos temas de Bisbal: "Antes que no, prefiero pensar que sí se puede".

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