El otro día leí en mi Día que le habían dado al Ayuntamiento un premio por quitar los coches de la calle Cruz Conde, que yo no sé si algunos vecinos están muy conformes con el premio, que puede ser que sí, aunque seguro que otros están más enfadados, que también es lo normal, que tampoco se puede contentar a todo el mundo, o es más difícil de lo que imaginamos, sobre todo porque hay quien le gusta estar enfadado todo el rato, como si estuviera bebiendo vinagre a todas horas.

Ya me lo habrán leído alguna vez, pero lo vuelvo a repetir hoy y las que hagan falta, porque es lo que pienso. El que se enfade con un Ayuntamiento, con este o con el que sea, porque hace obras es porque no lo piensa del todo. Y es que eso quiere decir que se están haciendo cosas, que eso es lo verdaderamente importante de una ciudad, para Córdoba o para la que sea, que todo lo demás es ruina y dejar que los años pasen con los brazos cruzados. Vamos, lo peor que puede pasar, y que es lo que hacen algunos políticos, que ya tenemos calados, que se creen que ese refrán de las moscas y la boca es la mayor verdad. Y no. Que yo escojo a un alcalde o alcaldesa para que abra la boca y se moje en los asuntos, y si se equivoca en algunas cosas ya acertará en otras, pero que lo importante es hacerlo o, por lo menos, intentarlo. Por eso a mí el criticar por criticar no me gusta y nunca lo he practicado, que yo creo que eso es lo peor que se puede hacer. Otra cosa es proponer, eso sí, que cada uno tiene su opinión y que lo bueno es ponerse de acuerdo con el otro y con el de más allá, y no sé si me estoy explicando del todo.

Que yo comprendo que las obras molesten, pues claro que sí, pero que es algo inevitable, que nadie quiere tener una hormigonera en la puerta de su casa ni tener que dar siete vueltas con el coche para poder aparcar, pues claro, y el que diga lo contrario miente. Como también molesta que las obras duren más de la cuenta, como les ha pasado a algunas, que yo me sé de unas cuantas, que hemos visto como a los trabajadores les han salido las canas y empezaron de jovencitos con la faena. Pero como siempre digo, yo creo que en la mitad está la verdad, que ni una cosa ni la otra. En fin, que he empezado hablando del premio al Ayuntamiento y me he acabado liando yo solo, que tampoco le extraña a quien me conozca un poco, que lo de la pata del romano lo inventaron pensando en mí. Y es que estamos ya de fiestas y estoy todo liado, que hay mucha faena y mucho bueno que compartir en los próximos días.

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