EN una de sus inteligentes y mordaces canciones, el Sr. Chinarro aplica al amor el teorema del pan bimbo: "los extremos se atraen cuando ya da lo mismo". Yo lo haré con el amasijo economía-política que confunde a la sociedad contemporánea.

El Estado del Bienestar se inventa para terminar con la lucha de clases eliminando el presupuesto de hecho: el propio concepto de clase. Muerto el perro, se mata la rabia. Dejan de existir burgueses porque solo hay burgueses. Clase media. A diferencia del comunismo que rasea por abajo hasta reducir el consumo a menos de lo indispensable, el capitalismo garantiza un nivel de renta apto para fomentarlo vorazmente entre la masa. Antes ciudadanos, ahora meros consumidores que aceptan sin cuestionarse el efecto pan bimbo: hacer invisibles los extremos económicos de la sociedad. Los marginados se instalan en las periferias de las ciudades. Los ricos en los gimnasios y restaurantes mezclados con la gente corriente. La causa última de esta crisis la lleva Angelina Jolie tatuada en el hombro: Quod me nutrit me destruit (lo que me alimenta me destruye). Y por eso hemos llegado a esta metáfora inverosímil hace sólo unas décadas: los pobres son los gordos y los ricos los delgados.

El problema surge cuando el nivel de riqueza asciende artificialmente hasta normalizar una cuota insostenible de consumo. La mayoría de la población entiende como irrenunciable tener un coche, una casa o una televisión. Pero ya no hay pan para todos y las rebanadas intermedias comienzan a desaparecer. Oficialmente, la inflación se ha disparado por encima del 4 por ciento. Mentira. La clase media soporta un nivel cercano al 25, equivalente a lo que han subido los alimentos que echamos al carrito del mercadona. El IPC es una estafa porque calcula el crecimiento de los precios tomando la media aritmética entre un tomate y el caviar, la gasolina y un billete de avión. Por eso notamos que nuestro sueldo no llega a fin de mes, mientras la banca anuncia que ha crecido este año más del diez por ciento. Lo que demuestra que la crisis no es financiera, sino hija de puta. No hay dinero para pagar los 200 euros prometidos de retención y pretenden sacarlos a fuerza de revisar las declaraciones de hace cinco años. Casualmente, más del 60 por ciento de los borradores que nos envían padecen el mismo desajuste pero a favor de la Administración. A igual nivel de renta, una pareja con trabajo y sin hijos tributa menos que la familia tipo con hijos en el que sólo aporta uno. El mismo euro que nos hizo dioses, nos convierte en miserables. El paro ha crecido en los últimos meses más que en toda la historia de la democracia. Se hartan los transportistas. Los pescadores embisten contra el Parlamento andaluz. Y como respuesta, el PRISOE (fusión estrambótica del PRI mexicano, PRISA y PSOE), ha tomado como primera medida de gobierno que las elecciones autonómicas vuelvan a coincidir con las generales. Más de lo mismo, más parasitismo. Quieren eliminar las zonas intermedias en la política. Se acercan los extremos del pan bimbo. Los que todo el mundo tira a la basura.

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