Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre / Azaustre@yahoo.es

Poco y malo

HA dicho José María Aznar que lo que queda de la izquierda es poco y malo, pero nadie ha aclarado, todavía, qué es lo que queda de José María Aznar. La crítica en sí misma, en esencia es legítima: lo malo, en esto, fue el lugar, algo muy frecuente en Aznar últimamente. El ex presidente, que se ha especializado en los últimos tres años en hablar mal de España por el mundo, ahora lo ha hecho en un colegio, frente a un auditorio juvenil. Ha sido en Murcia, en el Colegio de San Buenaventura, de los Padres Capuchinos, donde los alumnos se instruyeron con el amplio bagaje humano y cultural del conferenciante Aznar, bajo la mirada cómplice de padres y profesores. Así, estos chicos pudieron aprender que "hay un complejo entre los de este lado -el izquierdo, se entiende- porque no creen mucho en España. Los que antes eran internacionalistas y ahora son nacionalistas. La izquierda tiene un problema ideológico desde que derrumbaron el muro de Berlín, y los viejos internacionalistas se han vuelto nacionalistas". En fin, un lío, como todo lo que viene diciendo Aznar en estos años, confundiendo la libertad individual con la peligrosidad de conducir después de haber bebido o la herencia cultural de la presencia árabe en España, sus ochocientos años de vigor, de estancia viva, renacentista y estética, andaluza, con el terrorismo de Al-Qaeda.

El problema, aquí, no es tanto que Aznar, o lo que queda de Aznar, vaya por el mundo diciendo disparates; a fin de cuentas, no haber leído a Ibn Hazm o no saber distinguir entre la Alhambra y el terrorismo islámico es un problema único de Aznar que a nosotros nos mancha en la distancia, pero muy en la distancia. Sin embargo, el ex presidente del Gobierno, con la anuencia increíble de los profesores y los padres de los chicos, ha adoctrinado a los muchachos en esa fiesta del bicentenario del Colegio de San Buenaventura, que de buenaventura tiene poco si se trata de dirigir el pensamiento político del chico, convirtiéndolo en pensamiento único, tal y como sucede en Cuba y Venezuela, donde niños de seis años salen a la cámara a decir que ellos también están con la Revolución. Aznar ha denunciado a estos muchachos "la manipulación histórica de los que se inventan historias, naciones y memorias históricas", mientras manipulaba a los chavales, mientras les dirigía, para decir después que de la izquierda española, si aún queda algo, "es poco y malo". ¿Qué queda de Aznar, después de todo? La turbia pataleta del mocoso, del escolar que insulta al compañero después de haber perdido, por goleada, el partido de fútbol del recreo.

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