La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

En escucha de la Palabra

Anno Domini I, 1431, 1620, 1908, 2023: XXI siglos de la Palabra nos dan hoy al Señor en la gloria de su Epifanía

Dado que en el principio era la Palabra, que la Palabra era Dios y que este se hizo carne y puso su Morada entre nosotros, todo es obra de quienes la escuchan. Y actúan. Escribieron los evangelistas lo que de la boca del Señor escucharon o les contaron quienes lo habían escuchado. Escribió Pablo lo que le reveló a partir de Damasco. Y así empezó todo.

1431 años después, siempre en escucha de la Palabra, unos devotos que se reunían en lo que hoy es parroquia de Belén y entonces convento benedictino de Santo Domingo de Silos, fundaron la Cofradía del Poder y Traspaso de Nuestra Señora y Honra de San Juan Bautista.

189 años después, en 1620, los sucesores de aquellos cofrades encargaron a Juan de Mesa la ejecución de una imagen de Jesús Nazareno y este esculpió el Gran Poder como si fuera uno de los que habían escuchado las palabras del Redentor, uno de los que lo vieron subir al Calvario al límite de sus fuerzas y uno de los que lo vieron en el cenáculo en toda su gloria resucitada, pero conservando las huellas de su Pasión. Y se obró el milagro de que los tres –el predicador que fue la Palabra hecha carne, el derrotado del Calvario y el vencedor resucitado– se fundieran en una única imagen en la que se plantean y resuelven los más complejos temas teológicos sobre los que han escrito, escriben y escribirán los sabios y entendidos, para que se les revelen a los más sencillos. Impulsados por la fuerza sin fuerzas, por la derrota victoriosa, por la divina humanidad y la humana divinidad del Señor del Gran Poder, siguieron sus cofrades en la escucha de la Palabra que en esta imagen representa el hacerse carne de Dios como ninguna otra de la cristiandad lo ha hecho y lo hará.

Por celebrarse sus cultos en Epifanía, 1908 años después de que viviera “el extremista aquel que daba al eco y al viento de las montañas su palabra magnífica y rebelde” y 288 después de que se esculpiera su más verdadera imagen, sus cofrades, queriendo liberarlo de los dolorosos cardos y coronas de espinas de sus túnicas en los días de la manifestación de su Gran Poder, encargaron túnica persa del alfa, la omega y las coronas de los Reyes Magos, trompetería gozosa del Oratorio de Navidad de Bach a la vez que villancico popular, que desde hoy viste, abriendo las puertas de los días grandes de la Navidad como abre las de la Semana Santa cuando pisa el suelo de la ciudad que lo reconoce como su Señor.

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