En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

De caquitas y patinetes (II)

Qué difícil parece que resulta que algunos propietarios de mascotas -perros sobre todo- se acaben concienciando de que las calles de Córdoba son de todos, dejándolas repletas de regalitos en forma de caquitas, como si fueran tartas de cumpleaños. Afortunadamente, ya parece que son menos los que riegan de caquitas las aceritas negándose a llevar las bolsitas que necesitarían para después tirar esos regalitos fétidos a las papeleritas. Supongo que los que aún miran para otro lado cuando defeca su querido animal en las aceras de la ciudad lo harán porque siguen convencidos de que aquellos que acaben aplastando esa caquita deslizante con el zapato o la zapatilla van a tener un gran día de suerte, como reza la superstición.

Como diría el gran Joan Manuel Serrat, si te tropiezas -pisas- alguna vez -que te tropezarás, seguro- con esas heces traicioneras, piensa que ese puede ser un gran día, mejor plantéatelo así. Porque caquitas de mascotas ensuciando las calles, aunque menos, haberlas haylas. En este caso, el hombre o la mujer es el único animal que tropieza dos veces, como mínimo, con ese hogar de parásitos salido de los intestinos de un o una can. Algo que, según los expertos, si no se controla, puede transmitir numerosas enfermedades tanto a humanos como a los propios perros. De ahí la importancia de mantener el calendario de vacunaciones y desparasitaciones de los animalitos al día, y la necesidad de recoger siempre (¡siempre!) las heces de las mascotas.

También de un tiempo a esta parte ha proliferado por las aceras de la ciudad otro peligro inminente para la integridad humana, otra piedra contra la que la mayoría estamos condenados a tropezar muchas más de dos veces: los patinetes eléctricos. Insisto, hace ya tiempo que preocupa esa otra contaminación que producen en las calles bicicletas y patinetes montados por fitipaldis de turno que parecen jugar a pilotar fórmulas 1 por las aceras caiga quien caiga o, incluso, por la calzada en dirección contraria, una peligrosa contaminación abrazada a la ley del más salvaje oeste que, esta vez sí, por fin, va a tener un duro sheriff que le plante cara con la aprobación de la nueva futura ordenanza municipal de movilidad.

No obstante, lo primero que tendrían que plantearse muchos de estos aprendices de Fernando Alonso o Carlos Sainz -que es el caso, sobre todo, de los más jóvenes pilotos- es que el vehículo que conducen es eso, un vehículo, y no un juguete. Y por su propio bien, deberían ir provistos de casco protector y de seguro de accidentes, algo, esto último, que será obligatorio a partir de julio del próximo año, según la ordenanza. A ver si de una vez, por miedo al sheriff,seconsigue que estos cowboys a lomos de patinetes eléctricos dejen de ser un peligro por las aceras, aunque algo me dice que seguirán siéndolo, como las caquitas.

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