Cambio de sentido

El ángulo muerto

Hay hombres que piensan que las mujeres vivimos deseando y temiendo sus veredictos sobre nuestros cuerpos

Pero cómo va a ser vegetariana!”, gritó su madre, estupefacta. Un amigo del reino de León vino a verme, y su madre quiso prepararme su mejor regalo, chorizos y morcillas. Él le explicó que yo no comía carne, y la madre entró en un sincero shock. Aquello era literalmente inconcebible. Aquella mujer tan generosa no expresaba un juicio sobre mí, es que no le cabía en la cabeza lo que acababa de oír.

A esto le llamo yo el ángulo muerto. Por cosmovisión, enculturación, privilegios, ideología, dogmas, e incluso por enredos de la psique (represiones, introyecciones…) todos tenemos ángulos muertos a la hora de mirar el mundo o calar al personal. Quien esté libre de ángulo muerto, que tire la primera piedra. O que se fije mejor; no conozco a nadie sin él. La diferencia entre conocimiento y sabiduría –Octavio Paz dixit a propósito de Chuang-Tzu– está en que ésta asume la oscuridad, la inseguridad y la ignorancia. Un sabio empieza a serlo cuando palpa su propio ángulo muerto.

Para muestra, un pezón. En estos días me lo he pasado bomba con los ángulos muertos que dibujan las tetas de Eva. Peña entrando al trapo pero esforzándose mucho en convencernos de que les da igual (quién lo diría) el gesto, urdido para ser viralizado, de Amaral. Hordas frente a hordas: entretenimiento fijo. Sé que es puro el desconcierto de algunos que no entienden cómo unas tetas pueden ser signo de liberación o pueden suponer un claro indicio de opresión. Es cierto que les estalla la cabeza, y desde aquí no podemos hacer más que enviarles ánimo. Otros, lo que no podrían soportar es que este u otros gestos no estén hechos para su dictamen de aprobación o desaprobación. Se sienten mejor si interpretan que el gesto de la cantante está pensado –sospecho que así es– para escandalizarles. Pero lo que no llevan nada bien, los del ángulo muerto machistón, es que las mujeres no dependamos de sus juicios de condena o absolución ad hominem para ser quienes somos y expresarnos en libertad. Hay hombres que siguen pensando que las mujeres vamos por la vida temiendo y deseando a la par sus veredictos sobre nuestros cuerpos, edad o expresión. Para ésos, por ejemplo, las que no se atienen a lo que está mandado siempre son demasiado jóvenes o viejas, jamás tendrán la edad correcta. Vale ese o cualquier otro ataque. Pero los tiempos avanzan dejando el machismo atrás. Ante quienes aún padecen tremendo ángulo muerto, no toca ni siquiera desobedecer sino, tranquilamente, no obedecer.

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