Cambio de sentido

Meditación

La guasa está servida; regresa el vergonzante tópico del funcionario andaluz flojo y chanta

Trabajito ha costado quitarle a los funcionarios su fama de kafkianos a la española, seguros servidores de la ley del mínimo esfuerzo, trileros del "vuelva usted mañana". Funcionaria es mi hermana, maestra de primaria que, por las noches al brasero, prepara material a sus chaveas. Funcionaria es la enfermera que me dijo, tomándome de la mano, "respira, no duele, estoy contigo". Funcionario es el bibliotecario que pone en mis manos el libro que yo no encontraba. Funcionario es el bombero que literalmente se juega el pellejo, aquella investigadora que desarrolla un proyecto con células madre, el policía. Quienes defendemos lo público queremos que, quienes logran, con su mérito y talento, un empleo, puedan dar lo mejor de sí y en las mejores condiciones.

Trabajito ha costado, hacer entender a los más estrechos de parietales que, en las sociedades modernas, el presentismo es tan inútil como el absentismo, y que 35 horas semanales bien aprovechadas cunden más que 40 echadas con cansancio o desgana. Por supuesto, hay empleos o parte de los mismos que exigen nuestra presencia en el puesto de trabajo. Pero quien permanece cinco minutos o cinco horas más clavada a la silla, ingeniándoselas para no doblarla o rezando para que toque la campana, es tan improductiva como aquel que se escaquea.

Trabajito ha costado pero, después de años de caídas, el empleo público parece repuntar en nuestras ciudades, en Andalucía y en España.

En estos días hemos conocido que, entre otros, un curso de meditación servirá para justificar las horas de teletrabajo de los funcionarios andaluces. La guasa está servida; regresa el tópico del funcionario andaluz flojo y chanta. Una cosa es que haya malos servidores públicos, aquí y en Austin, Texas (tenemos el derecho, casi el deber, de exigir que hagan bien su trabajo), y otra muy distinta que permitamos que perviva una imagen que no cuestiona el estado en el que se encuentra el sistema público, sino a sus profesionales.

Dicho esto, abogo seriamente por la meditación. Meditación, de orientales maneras -hacer silencio, bajar el ritmo frenético de los pensamientos-, para todos, y a la occidental -reflexionar atentamente- para los responsables de la Administración. ¡Meditación ya, al alcance de todos los españoles!: en el cole, en casa, antes del curro, para cuñados, para autónomos... Desde hace una década, medito y acudo a clases de yoga. Y, ya me ven, mucho mejor de "lo mío". Om, om, om...

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