LA mejor manera de contrarrestar la plaga de granito hermético y homogéneo que precinta las calles es la plantación de árboles, lo que equivale a vida. Frente a los pavimentos que no empapan el agua están los alcorques por donde crecen -si los vándalos lo permiten- las especies vegetales que nos darán sombra en verano y olor en primavera, como es el caso de los naranjos o de las acacias. Que el Área municipal de Infraestructuras haya plantado nada menos que 800 árboles supone, además de una mejora en la calidad del aire que todos respiramos, una humanización del espacio físico en que nos desenvolvemos a diario. No es lo mismo caminar sobre el impersonal granito que hacerlo bajo la bóveda viva que forman las ramas de los árboles. El verano aquí es demasiado largo y áspero como para sobrellevarlo sin la ayuda benefactora de la sombra vegetal.