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Explosiones, petardazos y tracas

A Paco Jémez le mostraron una tarjeta amarilla el mismo día de su debut en la elite, un Valencia-Rayo allá por septiembre de 1992. Llevar en el pecho la franja roja de Vallecas siempre ha exigido un compromiso tanto estético -que el cordobés cumplía de sobra en aquellas fechas, con unos caireles en el pelo que acentuaban su porte altivo y aflamencado- como ético: las florituras, por lo general, están mal vistas en un club que nació -y lo pregona con orgullo- para sufrir. Y encima, con José Antonio Camacho en el banquillo. Otro de los que se afeita con guadaña. Al zaguero del Zumbacón le ordenó el técnico de Cieza que parara a Luboslav Penev, un tanque búlgaro con tanta potencia y remate como arsenal de argucias para moverse en el área, y el joven debutante acabó viendo una cartulina que Martín Navarrete le mostró por agarrar de la camiseta al adversario. Todo aquello era normal.

la anormalidad

A Paco Jémez le echaron con roja directa solamente una vez en once temporadas como futbolista profesional en Primera División. Y jugaba, ojito, de defensa central en la década de los noventa. Se las ha tenido que ver con tipos como Stoichkov, Suker, Zamorano, Romario, Raúl, Alfonso, Morientes... Y esa única mácula en su expediente no fue por una brutal entrada ni ningún suceso escandaloso. Le enviaron prematuramente a la caseta por dirigirse en términos injuriosos a Megía Dávila en los últimos minutos de un hirviente clásico entre el Deportivo de La Coruña y el Sporting de Gijón (1-0, en la 95-96).

Pues en seis meses en el Córdoba, en el banquillo, ya ha sido expulsado dos veces. La más reciente, en Xerez, le ha acarreado dos partidos de sanción "por reincidente". Se dice que una reputación que se construye a lo largo de diez años se puede destruir en diez días. A Paco Jémez se le ha venido encima, como una tormenta que te coge sin paraguas, esa parte tan desagradable del trabajo de los entrenadores que se puede englobar dentro de un capítulo especialmente farragoso: el de los factores incontrolables. A Paco le han emborronado los planes varios arbitrajes gravosos, algunos incompetentes y otros sibilinos, y el de Fátima se ha calentado hasta el borde del estallido. "El día que explote os váis a enterar", aseguró en la sala de prensa tras el episodio de Chapín, donde el colegiado -bautizado en las crónicas de los medios locales al día siguiente como San Bernabé, por su contumacia en echar un cable a los azulinos- echó delante de su cara a Ito con un sospechoso exceso de celo. Si ya es difícil asumir los errores propios, hacerlo con los de los demás resulta casi de santos. Y de esos quedan pocos y, en el fútbol, menos. A Paco se le irá endureciendo el pellejo en la banda y poco a poco tomará mayor distancia sentimental ante los atropellos. No queda otra. De momento, ayer PJ vivió el partido ante el Albacete en el graderío de El Arcángel, codo a codo con la afición. La gente tiende a querer a los revolucionarios. Cuando el entrenador se convierte en portavoz de los agraviados se gana el aprecio de los seguidores, pero... ¿de quién más? El Córdoba es, de largo, el club más tarjeteado de la Liga BBVA. ¿Le conviene crearse esa aureola de equipo pendenciero? Entre bambalinas, Campanero se mueve. "El club ha emitido sus quejas (de los arbitrajes) por conducto interno", se asegura en la entidad.Vaya papeleta.

los nuevos 'rafaeles'

Desde Barcelona 92 no ha habido cita olímpica a la que le faltara un cordobés. Rafael, por supuesto. Berges y Balita Lozano estuvieron presentes, lo que ya es un éxito, y además subieron al podio para recibir medallas. Con eso sueña el último Rafael, un arcángel de la natación que ha volado con el aleteo de la mariposa, el estilo que domina a la perfección, para hacer historia en Debrecen. Rafael Muñoz pulverizó en el Europeo de Hungría tres récords de España en cuarenta y ocho horas, una hazaña que le dejó justo en el filo del medallero. Quedó cuarto en su especialidad: los 100 metros. El joven talento del Navial aspira a estar en Pekín 2008 junto a Felipe Reyes, en baloncesto, y el pontanés Víctor Sojo, jugador del equipo de hockey. Sería el heredero de los rafaeles, un referente para la afición cordobesa en el tórrido mes de agosto.

suka, el desatascador

Que fuera precisamente él quien rompiera la espiral de derrotas del Salsas Musa no resulta sorprendente. Que lo hiciera con un lanzamiento sobre la bocina, tampoco. Podía haber sido cualquier otro, pero que el escolta madrileño decidiera en el último suspiro el duelo ante el Badajoz (73-71) proporciona un plus de confianza. Suka vino para eso. Su cesta ganadora proporciona la agradable sensación de retorno a una senda que hay que mantener.

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