Campaña electoral permanente

La campaña electoral permanente en la que vive España no trae ningún beneficio y alimenta la crispación y el enfrentamiento

En el primer semestre de este año se van a celebrar en España cuatro elecciones. Este viernes empieza la campaña para la renovación del Parlamento del País Vasco. En mayo son los catalanes los que están convocados a las urnas y en junio, todos los españoles para designar a los nuevos miembros del Parlamento Europeo. No hace ni tres meses tuvieron lugar las autonómicas de Galicia. La acumulación de procesos altera, de forma inevitable, la vida política nacional. España está en una campaña electoral permanente y ello actúa como combustible para que la hoguera de la crispación y el enfrentamiento esté siempre alimentada. Cada convocatoria electoral, aunque tenga un alcance sólo regional, se vive por los partidos como un desafío nacional en el que se juegan el ser o no ser. Las elecciones gallegas, por ejemplo, se plantearon como una prueba de fuego para el liderazgo nacional de Alberto Núñez Feijóo en el Partido Popular. Y las catalanas lo van a ser para Pedro Sánchez tras su arriesgado juego de pactos para mantenerse en el poder. El debate está tan viciado que parece que lo que menos importa son los problemas que tenían planteados los gallegos en su sanidad pública o las dificultades que esperan a los catalanes por la falta de previsión de su Gobierno a la hora de acometer obras para hacer frente a la sequía. La única discusión que trasciende es la nacional y está trufada de argumentos que sólo tienen sentido, cuando lo tienen, en el debate general. Hace falta una reflexión al respecto por parte de los principales partidos y de sus más altos dirigentes. La permanente tensión electoral resta eficacia a la política e impide que se abra la discusión sobre los temas que de verdad afectan a la vida de los ciudadanos. Pero también sería necesario un pacto institucional tendente a reordenar el calendario y concentrar las consultas en unas fechas determinadas. La campaña electoral sin fin no trae ningún beneficio y sí muchas distorsiones.

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