El taco

Lo único novedoso que ofrece la propuesta de doña Yolanda Díaz es su carácter arbitrario

Como estamos en precampaña, la subasta de promociones y gabelas se halla muy cerca de su ápice. La oferta más llamativa, hasta el momento, ha sido la de dotar al joven votante, con los dieciocho recién cumplidos, de un pequeño estipendio de 20.000 euros, “para emprender o para formarse”, de modo que nuestros adolescentes principien la edad adulta con la billetera en forma. O sea, en el taco, que diría un Moranco. La propuesta, obra de doña Yolanda Díaz, adolece, a mi juicio, de una pequeña falta. Falta que no es otra que la existencia previa de tales medidas, bien sea en forma de becas para la educación de la juventud española, bien sea en forma de créditos ICO o cualquier otra actuación, arbitrada por el Estado, para la promoción de la iniciativa privada.

Es verdad que doña Yolanda ha querido presentar estos viejos mecanismos, llenos de matices y considerados como un orballo galaico que caiga sobre la mocedad como una gracia celeste. Y también es cierto que el autónomo (la iniciativa privada mayoritaria en España), es el gran damnificado de los sucesivos gobiernos de la nación. Incluido, claro está, el que vicepreside doña Yolanda. No en vano, el tenaz adversario de doña Yolanda, don Pablo Iglesias, ya ha dicho que esa medida fomenta un igualitarismo indeseado, porque beneficia también a los ricos con chistera. Pero el problema, insisto, es el de cierta ceguera, trufada de minusvaloración, sobre los mecanismos e instituciones propias, puesto que son muchos los españoles que han obtenido estudios superiores, o unas condiciones favorables al joven empresariado, o ambas cosas a un tiempo, gracias a una política de becas y subvenciones que imagino perfectamente mejorables. En tal sentido, me gustaría recordar que las becas Erasmus han sido determinantes para la conformación de, al menos, dos generaciones de españoles que piensan y actúan en europeo.

Con lo cual, si se me permite decirlo, lo único novedoso que ofrece la propuesta de doña Yolanda Díaz es su carácter arbitrario, desligado de las baremaciones (de renta, de viabilidad económica, etcétera), a las que vivíamos acostumbrados. Esta medida se parece más a una boda antigua, cuando el padrino arrojaba unas monedas a la chiquillería expectante, que a una propuesta seria de promoción juvenil. Una promoción juvenil que ya existe desde antes y cuyo problema, como es sabido, no es tanto alcanzar una titulación, como ejercerla decorosamente en su propio país. Y ahí los 20000 de doña Yolanda no servirán de mucho.

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