Levante | córdoba · el otro partido

Ni las pizzas ni los mantecados

  • A la expedición cordobesista se le hizo un nudo en el estómago tras el desenlace del encuentro ante un Levante siempre volcánico · Emilio Vega, sentado al lado de Esaú Sánchez en el autocar, meditaba

El Córdoba está muerto de hambre, pero a uno se le cierra el apetito cuando tiene un nudo en el estómago. Las cajas de pizza amontonadas en el autocar blanquiverde a la conclusión del partido de ayer simbolizaban la montaña de problemas que tanto trabajo está costando afrontar. Ni comida italiana ni productos propios: a técnicos y jugadores les costaba pensar en mantecados y cava con la que está cayendo. Luna Eslava ya había cambiado el traje por el chándal. Emilio Vega, presente en el Ciudad de Valencia -al igual que los consejeros Ernesto Hita, Elías Cabrera y Rafael Barroso-, también deseaba que el chófer activara el contacto a eso de las nueve y media de la noche. Sentado al lado del preparador físico, Esaú Sánchez, el director deportivo daba vueltas a la cabeza en busca de soluciones. ¿Mercado de invierno? La economía está canina. Pero hay que hacer un esfuerzo. Hay que hacer algo.

Raúl Navas fue protagonista muy a su pesar. Lesionado en el ecuador del primer periodo, el portero no pudo aguantar hasta el descanso, ya que fue expulsado. Navas, involucrado en el supuesto amaño en el Málaga-Tenerife de la temporada pasada, cedió los guantes a David Valle ante el Levante, curiosamente también implicado en una hipotética estafa en el último choque de la campaña 06-07, en el campo del Athletic. Ambos casos son graves, porque se apunta que futbolistas tanto del Tenerife como del Levante cobraron por dejarse de perder. El Comité de Competición ha trasladado los hechos al Ministerio Fiscal, que decidirá cuando pueda. La Justicia es bastante injusta en España.

Por turbios asuntos como ése o el cacareado vuelco en la cúpula del club -al Córdoba todavía no le ha llegado el turno, aunque ya se sabe que José Romero está por la labor de vender su paquete mayoritario-, la afición azulgrana clamó ayer contra Pedro Villarroel: "¡Villarroel, a Carabanchel!". Alto y claro. El dueño del Levante dejará de serlo en breve previo cobro de unos 3 millones de euros por sus acciones, asumidas por el Grupo Ortiz (la inmobiliaria es su fuerte; el ladrillo al poder). Asimismo, concluye la etapa del presidente, Julio Romero, señalado con el dedo en aquel tongo en San Mamés. El Ayuntamiento de Valencia ha mediado para aniquilar el antiguo régimen y elevar a la poltrona a Quico Catalán, un candidato de consenso.

Todo ello, con la Ley Concursal de por medio. Las deudas provocaron una desbandada en la plantilla levantinista este verano, tras el descenso. Entre otros muchos, se piró Ceballos. El catalán fue el penúltimo fichaje de Emilio, quien con la contratación de Gastón Casas dio el plantel por cerrado. José González se quedó con las ganas de disponer de un mediapunta de relumbrón -un "jugón", según sus propias palabras-, aunque sobre la marcha se encontró con el irreprimible talento de Javi Flores.

Ayer, muy cerca de la casa de Juan Carlos Rodríguez, Vega quizá se convenció de que él también tiene que ejercer de arquitecto improvisado en el imprevisible mercado invernal. De leonés a leonés, su paisano le marcó el camino con aquella revolución que en la campaña 04-05 transformó el Córdoba: de un equipo moribundo a otro con números de campeón en la segunda vuelta. Y a pesar de ello, descendió. Lagarto, lagarto.

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