EL COLOR DEL CRISTAL · JOSÉ SANTIAGO MURILLO

"Aprecio a Campanero, pero no se puede ser sota, caballo y rey a la vez"

  • Ex futbolista de raza y militante socialista, lleva 27 años en el cargo · Considera que el Córdoba necesita "un cambio radical" porque "siempre está temblando"

"Tenía el instinto rematador del delantero puro y daba tanta leña como el más duro de los centrales". En ese retrato coinciden quienes le vieron jugar y, en algún caso, compartieron con él los rigores de aquella cruenta y exigente Regional de los 70. Su fama de futbolista testarudo, azote de los árbitros y guerrero indomable por los terrenos de albero quedó para el recuerdo. Pero había algo más. "Fui seis veces máximo goleador del campeonato", rememora José Santiago Murillo (Posadas, 1948), el terror de los campos con el equipo de su pueblo y, desde hace 27 años, presidente de la Federación Cordobesa de Fútbol (FCF). Quién se lo iba a decir. Llegó a la poltrona de modo peculiar, sin más bagaje que su pasión por el fútbol -se retiró en el Atlético Fuensanta, el club de su barrio- y su militancia en el Partido Socialista, formación política por la que fue concejal en el Ayuntamiento en las primeras elecciones democráticas. Era un líder de barrio, un hombre con carisma que siempre alardeó de "decir las cosas como son".

"¿Quieres ser presidente?", le dijo en el palco de El Arcángel el máximo mandatario del fútbol andaluz, Ginés López Cirera, que le designó para el cargo sin saber que esa decisión le iba a provocar más de un dolor de cabeza. Santiago Murillo acabaría enfrentándose a él en un célebre litigio -le tildó de "chorizo", aunque matizando que "deportivamente hablando"-, con gran resonancia mediática en su época. El paladín de La Fuensanta le exigía al sevillano, entre otras demandas, que arreglara los campos Enrique Puga, donde "salían ratas como conejos en el mismo lugar donde se tenían que vestir los niños". Cirera le quiso destituir por sus críticas, pero una manifestación del fútbol cordobés, con miles de personas en la calle, le otorgó un respaldo popular incuestionable. "No podía pensar que la gente me quisiera tanto", recuerda. Con ese aval, un cuarto de siglo después, siendo el rey. Y no se vislumbra un final. Pepe Santiago, el Pavo, tiene cuerda aún. Y una visión del fútbol cordobés descarnada y brutalmente gráfica.

La posibilidad -que, según se entiende, es ya un hecho consumado- de que el Córdoba CF, el máximo representante de la ciudad, cambie de propietario le provoca un escalofrío. "El que venga de fuera lo hará con la idea de ganar dinero, como es lógico, y le dará lo mismo dónde acabe el equipo. Soy contrario a la venta, pero puedo entender que no haya otra salida", dice.

-¿Tan mal está el porvenir?

-Es que no hay otra forma de verlo. Hay que agradecer siempre a José Romero, como antes a Rafael Gómez, todo lo que han hecho y el dinero que han gastado. Pero, con todos los errores que hayan podido cometer, siempre buscaron el bien del equipo porque es el que representa a una ciudad, Córdoba, que es la suya. Si llega otro, será para hacer su negocio sin ningún sentimiento cordobesista. Javi Flores durará un minuto y cualquier chaval que destaque se irá también. No habrá posibilidad de hacer planes de futuro. Yo lo viví muy de cerca este verano en Cádiz, cuando pasaban por allí Del Bosque, Baldasano, García Remón… Muchos planes, mucha historia… ¿para qué? En cuanto va algo mal, cogen la maleta y se vuelven a casa. El día que el Córdoba se venda, en dos años nos vemos en Tercera.

-Le veo pesimista.

-Más que pesimista, preocupado. Creía que después de lo del año pasado, en el que el Córdoba se salvó de puro milagro, algo iba a cambiar, pero parece que estamos destinados a sufrir. ¿Por qué siempre tenemos que pasar estos problemas? ¿Es qué somos los más tontos de la cuadrilla? En el fútbol está todo inventado, existen las rachas buenas y malas, pero da que pensar que el Córdoba lleve tanto tiempo igual.

-Dentro de unos meses se cumplirán diez años desde al ascenso del 30-J en Cartagonova. Una fecha para reflexionar.

-Y tanto. Habíamos pasado 17 años en Segunda B y se iniciaba una nueva época, llena de ilusión. Pero resulta que después de salvar la categoría de forma fenomenal el primer año, llega Rafael Gómez y echa a Escalante con el equipo arriba. Ésos son los errores que se pagan. ¿Cuántos entrenadores han pasado después de él? ¿Y cuántos jugadores? Esto ha sido un hazmerreír y así nos ha ido. La historia era gastar millones y millones para no llegar a nada, sin estabilidad ni proyecto ninguno. Y cuando el equipo se va al fondo, vuelve Escalante. Asciende otra vez y lo echan. Yo no entiendo nada. Y que conste que esto lo digo como simple aficionado al fútbol con muchos años de experiencia.

-Se le ve dolido por el destino de Escalante.

-Es que todavía estoy esperando que alguien me explique por qué no le dan ni siquiera la oportunidad cuando siempre, siempre, consiguió resultados. Y a mí que no me vengan diciendo que yo soy amigo de Escalante ni tonterías de ésas. Es mi amigo como otros cuatrocientos mil más que tengo.

-Pero ha habido muchos intentos en el Córdoba y de muchas formas distintas.

-Sí, pero al final siempre se escucha al de fuera y se le hace caso a quienes sólo vienen a lo suyo. Hay que poner los riles encima de la mesa y exigir. Aquí se han hecho buenos contratos a futbolistas que luego no han rendido absolutamente nada. En el Córdoba sucede al revés que en todos los sitios: no ha faltado el dinero, pero se ha gastado mal. A mí lo que me resulta inverosímil es que el Extremadura haya estado tres años en Primera, con menos habitantes que Lucena. Me dan envidia el Villarreal, el Numancia, el Recreativo... ¿Qué tienen ellos que falte aquí?

-Eso, ¿qué tienen?

-Pues, seguramente, más paciencia. Y también mejores relaciones. Al Córdoba le falta estar en los foros del fútbol profesional y saber moverse en esas esferas, buscar aliados que puedan echarle una mano. Necesita una modernización, un cambio radical al cien por cien porque no se puede estar siempre temblando, salvándose de puro milagro como el año pasado. Yo aprecio mucho a Campanero, de corazón, pero no se puede ser a la vez sota, caballo y rey. Creo que es necesario que venga otra gente distinta, con ideas más vivas.

-¿Y dónde están?

-Tendrán que salir porque si no esto se acaba. Si se produjera un descenso sería la muerte del club y del fútbol en esta ciudad.

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