SITUADO en un barrio de nueva construcción, solitaria entre locales vacíos, se encuentra una terraza con amplia zona peatonal, fácil aparcamiento y un pequeño castillo donde no hay príncipes ni princesas, sino niños que juegan mientras miran de reojo a sus padres sentados cómodamente en la terraza, ajenos a si es agosto, a la crisis… Olvidando incluso el calor del verano. El castillo no es un cuento, sino un sueño de la infancia convertido en realidad gracias al trabajo de José Manuel Cardador, propietario de El Cerezo.

-¿Cuál fue el motivo para que con 32 años abriese este local y dos años más tarde se encuentre aquí?

-Desde pequeño sentí que tenía que intentar trabajar por cuenta propia. Trabajé durante años duramente en el sector de la construcción, mi vida era trabajo y ahorro. Tenía un objetivo claro: mi propio local de hostelería. Por ello, hace unos tres años y a pesar de que todos me decían que no era el momento debido a la crisis, cogí mi bicicleta y comencé una búsqueda que duraría un año. La búsqueda de la ubicación perfecta para lo que hoy en día es mi sustento y el de mi familia. De local en local, tenía algo muy claro, fui descartando por completo la opción de alquiler porque quería trabajar para mí en un establecimiento de mi propiedad. Tuve que descartar zonas debido a los altos precios, y fueron pasando los meses y visita tras visita me di cuenta de que si quería un local con las características que pedía y que se adecuara a mi presupuesto tendría que apostar muy fuerte: una zona de nueva construcción, en la que el riesgo sería doble. Una vez decidido y con el apoyo de mi madre y socia Angelina García, compramos lo que después de la obra sería El Cerezo. Un local con 55 metros de interior, con amplia terraza y un pequeño castillo hinchable, que yo mismo coloco, inflo y retiro todas las noches. Día tras día este simpático juego infantil me recuerda que he realizado mi sueño y sin ayuda de nadie.

-¿Qué fue lo más difícil del comienzo?

-Fue una época muy dura, nadie sabía que existíamos. Habíamos abierto en un barrio inmenso y con la dificultad de que no sólo era de nueva construcción, sino de que todavía se estaba construyendo. Esa circunstancia unida a que yo no tenía experiencia en hostelería hizo que en ocasiones dudara de lo acertada de mi decisión. Pero seguimos adelante.

-¿Cómo consiguió dar a conocer su proyecto?

-Proyecté el negocio de dos formas. Por un lado, potenciando el sitio para una clientela familiar con dulces, helados, comida casera, amplios horarios, precio razonable… Y mi castillo. Y en segundo lugar enfoqué el día a día a albañiles, desayunos, bocadillos, menú… Todo ello me ayudó a estar en el boca a boca del barrio, a ser una institución más dentro de sus calles y a conseguir el éxito que me permite seguir en hostelería.

-¿Qué aporta El Cerezo a #cometecordoba?

-Algo que todos buscamos: un sitio tranquilo donde poder romper la monotonía de la rutina. Las claves de nuestro éxito son nuestra amplia carta de comida casera y de calidad, y nuestra terraza que permite contemplar la Sierra de Córdoba sin ruidos, ni tráfico, desde una zona de expansión de la ciudad. Sin duda, aporta el buen sabor de la recompensa tras el esfuerzo.