Semana Santa

Una tarde tan blanca con sabor a futuro

  • Niños, muchos niños, en una tarde de intenso sabor cofrade en la que en plazas tan emblemáticas como la Trinidad o Capuchinos no cabía nadie

Dos días iguales en lo climatológico el Lunes y el Martes Santo, pero tan distintos en lo cofrade. Sol hubo en ambos, calor del bueno, y también intensidad y emociones, pero con sabor muy diferente. La de ayer, como ya es habitual, marcada por el ambiente juvenil que le aportan cofradías como la Santa Faz, el Prendimiento salesiano o la Universitaria, que poco a poco, y gracias a una imagen que desde el principio se coló en el imaginario colectivo, se va haciendo un hueco en el corazón de los cofrades cordobeses s y de los buenos aficionados a la Semana Santa y al arte sacro que en ella luce como en casi ningún otro lugar. La tarde comenzó precisamente con ella, con la Universitaria, que desde la iglesia del Juramento se echó a la calle para caminar hacia la Catedral. El crucificado de Juan Manuel Miñarro, bajo un sol que apretaba de lo lindo, mostró toda la fuerza de la piel herida de Jesús, un rastro de dolor previo a la redención que está inspirado en la Sábana Santa. Saetas también para este Cristo que, junto al pequeño paso de Nuestra Señora de la Presentación, tan delicada en su sencillez, lograron congregar en su salida a cientos de personas a pesar de que a esa misma hora salían de sus templos varias cofradías de mayor solera en la ciudad.

Una de ellas, como cada Martes Santo, era la Santa Faz, que reunió en la Trinidad a una ingente cantidad de fieles. Ambiente trinitario, blanco, albo, tan a juego con un día en el que, pese a tratarse de estaciones de penitencia que recrean los capítulos previos a la muerte de Cristo, tienen también algo de la resurrección que al fondo se anuncia y que en apenas unos días se celebrará en Santa Marina. Momentos de belleza musical dejó en su caminar por la ciudad la Banda Tubamirum, del recoleto municipio de Cañete de las Torres, que se ha convertido en un clásico imprescindible de la Semana Mayor cordobesa. La Santa Faz, pese a ser una hermandad de creación ochentera, se consolida año tras año como una de las cofradías más animosas en cuanto a su empuje, con mucha juventud en sus filas y mucho brío. También sensibilidad de los costaleros para dedicar su esfuerzo a personas que necesitan de apoyo para luchar contra las inclemencias que la vida dispone.

El ambiente salesiano se dejó notar un año más por las calle de la ciudad

Algo similar le pasa a La Sangre, setentera en su caso, pero ya muy completa con su imponente paso de misterio, tan expresivo, y su Dolorosa, que ayer se hizo acompañar por la Banda de la Esperanza. La Marcha real sonó en honor de ella, en versión esta vez del jerezano Germán Álvarez Beigbeder, una singularidad con claro acento andaluz. De la cofradía del Císter destacó su salida en Capuchinos, un escenario sin igual, y la presencia de niños en su cortejo. La Sangre es un plato fuerte del Martes y se nota.

Otro de los momentos de la tarde fue ver pasar al Buen Suceso por la plaza de la Corredera, apenas una hora después de su salida de San Andrés, donde la cordobesía más cofrade aguardaba a la espera desde casi una hora antes que se abriese el portón de esta parroquia próxima al Realejo. El Señor del Buen Suceso, talla anónima del siglo XVII restaurada en tiempos mucho más recientes por las manos de clásicos como Castillo Ariza, Martínez Cerrillo y Antonio Bernal, cumplió con su nuevo recorrido para dejar momentos para el recuerdo en una Catedral en la que su presencia ya se ha hecho habitual.

Estampas clásicas del Martes Santo, como también lo son la hermandad del Naranjo, la Agonía y el Prendimiento salesiano. La primera de ellas salió de la propia Mezquita, a la que regresó tras breve recorrido para cumplir con su estación de penitencia. Luego, como corresponde, emprendió esa gesta anual que consiste en llegar hasta uno de los barrios más periféricos y entrañables de la ciudad, ese Naranjo repleto de gentes de bien que en su Cristo de la Agonía encuentran su orgullo y que muy pronto podrán contar en su cortejo con su anhelada Dolorosa. Y del Prendimiento, otro clásico sin el que el Martes Santo no sería lo mismo, decir lo de siempre: que su idiosincrasia donbosquiana es un rasgo que jamás deberá perder la Semana Santa cordobesa. Cientos de personas vieron el giro que los pasos del Prendimiento y de la Virgen de la Piedad, entre ellos muchos alumnos y exalumnos de este centro educativo que tantísimo ha influido en generaciones y generaciones de cordobeses. También el cortejo iba repleto de chiquillos que, como los de la Santa Faz o como los de la Sangre, son una garantía de futuro para una tradición religiosa a la que tantas veces se ha dado por muerta o por desnaturalizada pero que ahí sigue ayudando a miles de personas a vivir y a afrontar los azares de la existencia. Sólo por eso merece la pena lo ayer visto, aunque en verdad lo merece por mil detalles más.

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