Semana Santa

Una colección de imágenes entre el silencio y la emoción

  • El Miércoles Santo deja una variada relación de momentos singulares en la mayoría de municipios

En la víspera de los días grandes, el Miércoles Santo dejó una colección de imágenes y momentos que demuestran la riqueza y variedad de la Semana Santa en la provincia de Córdoba.

Un año más, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Valle y María Santísima de la Amargura de Lucena realizó su estación penitencial y, como viene siendo habitual desde hace algunos años, la inició desde la iglesia mayor parroquial de San Mateo, concluyendo en la iglesia de la Purísima, templos más céntricos que su sede canónica, ubicada en el barrio del Valle. Bajo el son de la Agrupación Musical del Santísimo Cristo de la Humillación-Servitas, el cortejo desfiló por el caso histórico lucentino, siendo la única hermandad que protagonizó la tarde cofrade en la localidad. Fue a medianoche, como marca la tradición, cuando la trompeta comenzó su característico toque de silencio para dar paso, entre la más absoluta oscuridad, al Santísimo Cristo de la Salud y Misericordia acompañado de los tambores roncos enlutados.

En Puente Genil, el Miércoles Santo es el primero de los días grandes y, por ello, domina la algarabía. La presencia masiva de los hermanos de las diferentes Corporaciones Bíblicas en la explanada de la iglesia del Hospital constituye uno de los principales puntos de interés. Hay que destacar la salida del paso de Nuestro Padre Jesús en la Oración del Huerto y de Nuestra Señora de la Victoria, debido a las estrechas dimensiones del portón de la iglesia, lo que obliga a los costaleros a extremar la agilidad y la pericia. Además, la presencia del Humilde y la Amargura constituyen todo un acontecimiento, al tratarse de imágenes con gran devoción.

En Montilla, por el contrario, imperó el silencio del Cristo del Amor, que a las once de la noche inició su estación de penitencia desde la iglesia de María Auxiliadora, en el colegio salesiano. Se trata del cortejo con más penitentes de toda la Semana Mayor montillana.

En Priego de Córdoba, la plaza de la Constitución acogió la representación del Prendimiento, una muestra de teatro sacro en la que se escenifican varias escenas del Evangelio como la última cena, el lavatorio a los apóstoles o el prendimiento de Jesús. No se conoce con exactitud la fecha en la que comenzó a realizarse este acto, aunque en las constituciones de 1642 ya se habla del Prendimiento y de la normativa para su celebración. Como cada año, fueron numerosas las personas de Priego y venidas de fuera las que se acercaron hasta el Paseíllo para disfrutar de este original evento, tras el cual tenía lugar la salida en procesión de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Preso y del Mayor Dolor.

El color anaranjado y las capas azules se apoderan cada Miércoles Santo de las arterias más céntricas de Palma del Río con la hermandad de los hortelanos, con 477 integrantes. El Cristo de la Salud y la virgen de la Inmaculada Concepción emprendieron su caminar por la localidad después de que ambas imágenes titulares permanezcan todo el año en su parroquia situada en el pago de huerta de Pedro Díaz -en la zona del río Genil-. Alrededor de las 23:15, la cruz de guía hizo su aparición por la carrera oficial antes de adentrarse en las calles Ana de Santiago, Sol y Belén hasta llegar a la plaza de San Francisco, ya en la madrugada del Jueves Santo.

La Semana Santa llegó a su ecuador en Cabra con un Miércoles Santo muy completo. Una jornada que se abrió con la cadenciosa caída del sol en el mismo corazón del barrio de la Villa. Allí, en la plaza de los Condes de Cabra, el público agolpado junto a la Capilla de Capuchinos de las Reverendas Madres Escolapias fue un año más testigo de la salida más complicada de cuantas tienen lugar en el panorama cofradiero local, la del palio negro de la Virgen del Buen Fin, cuyos costaleros, literalmente cuerpo a tierra, consiguieron sacar por su minúsculo dintel de piedra. Una vez suspendido el paso tras la compleja maniobra, ya todo fueron rostros de alegría y lágrimas al paso de la dolorosa estudiantil. Y de la juventud a la tradición. La que marca paso a paso, con compás pausado, el nazareno de las Necesidades. El conocido como Señor de las Tres Gracias que cada primer viernes de marzo protagoniza el mayor y más sentido besapié de la Cuaresma egabrense. Tras él, larguísimas hileras de penitentes que consiguieron volver a conformar una estela luminosa que pareciera haber dejado la propia imagen a su paso. Plegarias y gratitud, en igual proporción, para uno de los referentes devocionales de la Semana Mayor que cada año sale de Santo Domingo.

Y aunque ya se considere parte del Jueves Santo, justo al lado del templo dominico, desde la capilla de la Fundación Termens salió la cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración. El sublime crucificado de Pío Mollar, que, tumbado sobre los hombros de los portadores, puso silencio y recogimiento a la noche egabrense. Flanqueado por hachones y teas, precedido por infinitas hileras de luz portadas por sus hermanos, la imagen inició su recorrido cerrando el Miércoles Santo y dando inicio a una nueva jornada de la Semana Santa.

La barriada de San Bartolomé cogió el protagonismo en la noche de Pozoblanco para disfrutar en sus calles del paso del Callenuevo en los hombros de sus braceros. Como cada año, acompañada por su Centuria de Soldados Romanos a Caballo, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Rescatado Cristo de Medinaceli recorrió las principales arterias del municipio entre el fervor popular. También realizó su estación de penitencia la Cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad en su Vía Crucis, cuya imagen, acompañada del sonido de cuatro tamboras roncas, recorrió la ciudad entre el silencio y la oración.

En Peñarroya-Pueblonuevo, a medianoche, con puntualidad rigurosa, salía de la parroquia de Santa Bárbara Nuestro Padre Jesús Cautivo, paso portado por costaleros en implacable silencio, sólo acompañado por un redoble de tambor. Ésta es una de las imágenes que cuenta con más devoción en la localidad, ya que son numerosas las personas que lo acompañan durante todo su recorrido.

En Montoro, el protagonismo fue para la Cofradía del Santísimo Cristo de las Penas, fundada el Domingo de Ramos de 1962. La imagen que se procesiona es la de Cristo crucificado, que es venerado en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, una talla anónima de estilo manierista del siglo XVII. El recorrido que realiza esta cofradía es muy diferente al de las demás de la localidad ya que, gracias al reducido tamaño de sus parihuelas donde va ubicada la imagen, discurre por las calles más antiguas y angostas del más viejo casco urbano montoreño, donde se puede saborear la auténtica idiosincrasia de sus calles y casas. Su acompañamiento musical no es otro que el ronco sonido de un bombo con una lenta cadencia de golpes y los cantos de la capilla de música de la propia cofradía, que canta en diferentes partes del recorrido. La bajada de la calle Alta, ya regresando a su templo de salida, impresiona al espectador pues, con las luces apagadas de la plaza de España, suena la marcha Cristo en la Cruz, compuesta por Bienvenido Espinar para la cofradía.

Hubo otras muchas estampas cofrades en la provincia, como las que dejaron Jesús Amarrado a la Columna y la Virgen de la Esperanza en La Rambla; el Santo Encuentro, ya a medianoche, en Villanueva de Córdoba; Humildad y Paciencia en Hinojosa del Duque; el Cristo de la Columna en Iznájar, o la Vera Cruz en Almodóvar del Río. Cada una con sus singularidades y su idiosincracia.

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