Los Dolores

Marcha soleada hacia la Catedral

  • Miles de personas aguardan en el Patio de los Naranjos y el entorno de la Mezquita la llegada de los Dolores

Ni los más ancianos del Hospital de San Jacinto ni los componentes de mayor antigüedad de la Hermandad de los Dolores habían visto a su Virgen bajo los rayos de sol un Viernes Santo. A excepción de las procesiones de carácter extraordinario -la última fue en 1999 para conmemorar el tercer centenario fundacional-, la Señora de Córdoba jamás había salido de la plaza de Capuchinos a plena luz del día. Sin embargo, la ocasión lo merecía y los numerosísimos devotos de la titular servita pudieron contemplar el rostro de la Virgen sin necesidad de valerse de la luz de los cirios o la de las farolas de la calle.

Fue un día de profundos y "lógicos" cambios o, al menos, así lo entendían algunos de los muchos cofrades que se acercaron a Capuchinos para asistir a la temprana salida de los Dolores. Comentaron desde la decisión de que los nazarenos se situaran en la fila de tres en tres hasta la llegada de esta procesión a la Catedral y, cómo no, que la hermandad optara por adelantar algunas horas el inicio del cortejo. Hasta los más expertos se percataron del estreno más sonado de la hermandad, la marcha procesional a los Dolores compuesta por el cordobés José de la Vega. "Fenomenal", "elegante" o simplemente "genial" fueron algunos de los calificativos que se ganó la obra de De la Vega.

Hubo un agradecimiento casi general a esa mayor velocidad que la cofradía imprimió al cortejo. "Van mejor y más rápido que en anteriores años", afirmó en voz baja uno de los fieles que iban tras la Virgen. De hecho, la hermandad salió con cierto adelanto, lo que influyó en la prematura llegada al primer templo de la diócesis. La buena marcha de la procesión logró aparcar la polémica que durante tantas semanas de la Cuaresma había dudado de que el orden de llegada a la Catedral fuera a salir bien.

Pero, estrenos musicales y rapidez procesional aparte, la llegada de los Dolores al primer templo de la Diócesis fue lo más seguido y comentando de la jornada del Viernes Santo. Hasta el Patio de los Naranjos y las inmediaciones de la Catedral se habían desplazado la mayor parte de los cofrades y ciudadanos en general. Los templos desde donde salieron las estaciones de penitencia, incluido el de la Hermandad de los Dolores, sufrieron una pequeña merma en la afluencia de personas precisamente para no perder detalle de lo que iba a acontecer en el barrio de la Catedral.

El cortejo de esta corporación se había engalanado especialmente para la ocasión, haciendo un especial hincapié en su origen servita. Esta cofradía presentó así el nuevo guión servita -con detalle central en orfebrería del artista cordobés de Emilio León-, precisamente para recalcar que en 1699 Roma autorizó la licencia para que se constituyera en Córdoba una congregación seglar de la orden religiosa de los Siervos de María. Pero éste fue sólo uno más de los numerosos detalles que esta corporación dispuso para esta jornada tan especial tanto para la historia de la cofradía como de la Semana Santa de Córdoba en general.

La perfecta compostura mostrada ayer por los Dolores, el aspecto que más destacaron los fieles tanto en el momento de la salida como en el paso por la Catedral y en la llegada a Capuchinos, fue tal que prácticamente nadie se acordó de la polémica que unos meses atrás había suscitado la inclusión de dos costaleras en la cuadrilla del paso de la Señora de Córdoba.

Los Dolores y el Cristo de la Clemencia, empujados por los suyos, se ganaron a pulso ese montón de aplausos que muchos cofrades quieren callar en señal de respeto a los titulares. "La Señora lo ha querido así", detalló una mujer en la plaza de las Doblas.

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