Cultura

Fernández Barba ensalza la cerámica omeya como elemento diferenciador

  • La decoración de las piezas de Medina Azahara rompe el tópico musulmán ya que plasma formas humanas y animales supeditando lo religioso en función de la dinastía

La cerámica de Medina Azahara y su decoración es "uno de los grandes elementos diferenciadores" de la ciudad palatina, ya que en ella aparecen formas geométricas y vegetales muy similares a la ornamentación de las paredes, pero también "aparecen figuras humanas y animales, lo que rompe con el tópico, ya que los musulmanes no representaban la figura humana", según explicó ayer Ramón Fernández Barba en el curso de verano sobre historia y arqueología en el conjunto arqueológico. Esta característica propia de la ciudad palatina muestra una clara supeditación de lo religioso en función de la dinastía omeya.

La cerámica de la ciudad palatina engloba tanto producciones que se encuentran en el resto de Al-Ándalus, sobre todo cerámica común, como producciones que son exclusivas de la ciudad y que luego se expanden, como la verde manganeso. Este tipo de cerámica "es la oficial y por ello lleva mensajes de carácter político, defendiendo la legitimidad de la dinastía omeya y que se hacen directamente por encargo de la corte califal", expuso Fernández Barba.

El lugar en el que se fabricaba esta cerámica es "una de las cuestiones que aún no están resueltas". "Sabemos que los talleres eran oficiales, propiedad del califa, pero no se conoce su ubicación", apuntó. En las zonas excavadas en el conjunto arqueológico no se conocen alfares en los que se hubiera hecho cerámica, por lo que las investigaciones pueden ir encaminadas hacia extramuros.

La funcionalidad de la cerámica en Medina Azahara "abarca todo", desde las tejas a la cerámica del servicio de mesa, es decir, platos y vasos. Además, con ella se construían grandes tinajas de almacenamiento y conducciones de agua para extraerla de los ríos.

La cerámica verde manganeso califal ha servido de modelo, primero al resto de Al-Ándalus en siglos posteriores, especialmente a los taifas y los almohades, "que reclaman un papel de herederos del califato omeya". Esta influencia llega incluso hasta las reinos cristianos de la Baja Edad Media, que hacen una cerámica basada en estos mismos colores.

Por otra parte, Patrice Cressier fue el encargado en la jornada de ayer de explicar la disposición y proliferación de las ciudades palatinas en el Magreb, poniendo como máximo exponente a la ciudad de Sabra al-Mansuriyya. El experto francés analizó la situación y el origen de esta ciudad, que los escritos describen como una urbe de forma redonda "como una copa" cuyo centro estaba marcado por el palacio. Además, Cressier analizó los precedentes constructivos de Sabra al-Mansuriyya, centrándose en Kairouan, primera ciudad islámica fundada en el Magreb, aunque nunca fue ciudad palatina, en Raqqâda y en Mahdiya.

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