letras

Eduardo García: palabra en el desierto

  • La Fundación José Manuel Lara presenta en Madrid el volumen en el que reúne toda la poesía del escritor fallecido el pasado año, incluidos dos breves cuadernos de su etapa final

Garmendia, Valenzuela y De Cuenca, ayer, antes del acto de presentación de la obra.

Garmendia, Valenzuela y De Cuenca, ayer, antes del acto de presentación de la obra. / fundación josé manuel lara

La manera en que supo fundir "comunicación y conocimiento" es para Luis Alberto de Cuenca la más alta conquista literaria de Eduardo García, indagador de desiertos cotidianos llovidos por la luz de la palabra. El autor de Horizonte o frontera "dominaba la música del verso, la línea clara, la narratividad y el pictoricismo", pero "no renunció a la profundidad filosófica y a la búsqueda del conocimiento" a través de la escritura poética desde una "transparencia personal" carente de imposturas. Así, La lluvia en el desierto es un inmejorable título para su poesía completa porque ejemplifica "la fusión de contrarios que caracteriza su obra". Publicado por la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara, el volumen, que llega a las librerías en el primer aniversario de la muerte del poeta, fue presentado ayer en Madrid y mañana protagonizará el acto central de la antepenúltima jornada de la Feria del Libro de Córdoba.

Entre la realidad cotidiana y las profundidades del logos, entre las cartas marcadas del día y el vaporoso misterio de las duermevelas hizo Eduardo García su singladura de verso, su trayecto de verdad hacia algún tipo de revelación, desde dentro, enemigo del "utilitarismo", como indicó ayer Rafaela Valenzuela, su compañera, tan presente en sus poemas, con una palpitante voluntad de "respirar lo más profundo del ser humano", humanista y rebelde, cantor de la vida (asomado a sus enigmas y sus gozos), reivindicador del subjetivismo a contracorriente, como afirmó el editor Ignacio F. Garmendia. Con prólogo de Andrés Neuman y epílogo de Vicente Luis Mora (que intervendrán mañana en la presentación en Córdoba, a las 20:00), La lluvia en el desierto integra los seis poemarios que García publicó en vida, junto a dos inéditos esbozados, La hora de la ira y Bailando con la muerte, y otros poemas sueltos. El primero de ellos está para Garmendia entre "lo mejor que se ha escrito" en clave poética "sobre la crisis económica", con "un minimalismo que hasta entonces no había frecuentado", una obra al mismo tiempo "contundente y emocionante". El segundo, estremecedor, recoge su compás final. Luis Alberto de Cuenta leyó Muñeco de trapo, "uno de los mejores poemas que se han publicado en España en las últimas décadas": "¿Cómo puede un cuerpo / empantanarse en sombra hasta la náusea, / sentir el hierro al rojo en el estómago, / un asco con tentáculos calientes, / atrapado en la piel / un aluvión de clavos oxidados?". "La terribilità miguelangelesca de sus últimos poemas", definió De Cuenca.

De Cuenca destaca su manera de conjugar la comunicación y el conocimiento

Javier Lostalé, Jesús Urceloy y Rodolfo Serrano son algunos de los amigos de Eduardo que estuvieron presentes en el acto, celebrado en el restaurante Saporem de la calle Hortaleza y al que también asistieron el padre y el hermano del poeta, que acariciaba desde hace tiempo la idea de publicar una poesía reunida, con este título y la imagen de portada de Franz Marc. Valenzuela aclaró que los nuevos poemas incluidos son aquellos que pasaron la criba principal (del cuaderno al ordenador) de las que aplicaba a sus escritos. Quedan algunos aforismos como material inédito.

"No se puede pedir más a una edición que recopile la obra de un poeta", señaló De Cuenca, que destacó la calidad de los textos de Neuman, "empático, cómplice, emocionante", y Mora, "exhaustivo, inteligente, agudo". De Cuenca y García se conocieron a comienzos de los años 90 y mantuvieron una amistad entre cuyos capítulos figura la publicación por parte del madrileño de una antología del cordobés (nacido en São Paulo) en una colección de Mercamadrid. Por última vez se vieron también entre verso y verso: en Cosmopoética.

La aventura poética de Eduardo García (romántico, navegante entre el pensamiento y la intuición, nunca del todo real ni surreal) se cifra en términos de "búsqueda incansable", anotó Valenzuela, "búsqueda interior" pero también frente al espejo, la otredad, cruzando umbrales, descubriendo capas en esa "espeleología del espíritu" que para él era la poesía, el "realismo visionario" que desarrolló como pauta estética un explorador que dedicó a la escritura poética "su mejor energía". Y, con La lluvia en el desierto entre las manos, su compañera evocó a Whitman: "Esto no es un libro: el que lo toca está tocando a un hombre".

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