Cajamar logró capear, durante el primer semestre del año, el temporal que azota al sector financiero. Muestra de ello es que su beneficio neto mejoró un 12,5% en relación con el mismo periodo del ejercicio anterior, alcanzando los 62 millones de euros. La positiva evolución del negocio tradicional y la contención de los gastos administrativos -pese al proceso de integración que afronta con la Caja Rural del Duero- jugaron a favor de la cuenta de resultados.
En cuanto al negocio tradicional, la cartera de créditos repuntó un 17,1% y se situó en 23.913 millones, impulsada por el tirón de las hipotecas y la financiación a pymes. Al igual que viene ocurriendo en el resto del sector, el ratio de morosidad empeoró, y lo hizo en algo más de 7 décimas, hasta el 1,80%. Los recursos de clientes, por su parte, aumentaron un 10%, con 15.712 millones de euros. Gracias al comportamiento de estas magnitudes, el margen de intermediación subió un 19,9%, proporción que para el ordinario fue del 20,3% y para el de explotación, del 16%.
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