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La sonrisa del que nunca se rinde

  • Un gol pleno de rabia de Alfaro en la prolongación cierra la crisis y saca del descenso a un Córdoba que chocó una y otra vez con su incapacidad ofensiva

  • Primera victoria de 2017 y fin a la racha de disgustos en casa

Alejandro Alfaro celebra el gol de la victoria junto a Sergio Aguza, ex jugador del Alcorcón.

Alejandro Alfaro celebra el gol de la victoria junto a Sergio Aguza, ex jugador del Alcorcón. / fotos: josé martínez

El Córdoba está muy vivo. Fiel a su historia, volvió a levantarse cuando el oxígeno empezaba a escasear, cuando la frustración amenazaba con seguir siendo compañera eterna de viaje. Lo hizo sin firmar un gran partido, aunque eso le permitiera ser mejor que su oponente, y con un tanto en la prolongación con la firma de un actor con rol secundario en los últimos dos meses: Alejandro Alfaro. Todo al límite, con una dosis de sufrimiento extra que al final es bien recibida cuando uno pasa las sensaciones a la libreta. La peor racha histórica en casa en la categoría de plata ya es historia. El primer triunfo en este 2017 ya es real. Y con esos dos argumentos, la zona de descenso vuelve a verse de reojo, algo que será así al menos durante esta semana sean cuales sean los resultados de hoy. Por algo hay que empezar...

Pero que nadie se lleve a error. El choque ante el Alcorcón dejó ver las muchas carencias que aún se mantienen en el debe de un conjunto cordobesista que repitió el sistema de tres centrales y carrileros largos que ya probara sin éxito en Valencia, lo que de momento le permitió volver a cerrar su puerta mes y medio después. Pero esa mejoría defensiva choca con la incapacidad del equipo para generar fútbol y pisar con balas reales, no de fogueo, el área enemiga. Apenas si lo logró en el primer acto por la presión alta y efectiva de los alfareros, que bajó tras el descanso por el cansancio y permitió un dominio más efectista que efectivo de los locales. Es por eso que Carrión tiró de las alternativas que le ofrece el plantel, se la jugó, y al final ya con los dos equipos con diez por las rojas de Cisma y Kadir -también fue expulsado el técnico-, encontró el premio con el gol de Alfaro que resume a la perfección lo que es el CCF ahora mismo: fe y rabia. Poco pero suficiente ayer...

La victoria no debe esconder el problema de fútbol y capacidad ofensiva del Córdoba

Y eso que el arranque del choque fue más parecido a lo que Julio Velázquez a buen seguro tenía en su cabeza. Poco fútbol, muchas imprecisiones, y un desatado Pedro Ríos por la diestra para animar la tarde desde el inicio. El jerezano fue la principal vía ofensiva del Córdoba durante los primeros minutos, una fase que se cerró con un cabezazo de Héctor Rodas en estrategia que David Navarro sacó en la línea de gol y un zurdazo de Rodri tras una buena triangulación entre Javi Lara y Juli que se fue ligeramente desviado.

Esos dos primeros sustos terminaron por desperezar al Alcorcón, que respondió con un latigazo de Víctor Pérez que obligó a la estirada de Razak en la que, a la postre, fue la única llegada nítida de los madrileños en todo el encuentro. Con el guión de que más importante que marcar era no recibir, el conjunto alfarero adelantó su presión casi hasta el área contraria, impidiendo la transición defensa-ataque de un CCF que quedó desnudado al no encontrar espacios. El balón duraba lo justo y los envíos frontales era ganados una y otra vez sin mayores problemas por los zagueros visitantes, que luego encontraban aire por el costado de un incisivo Iván Alejo al que le faltó afinar el último pase. Esa situación de descontrol terminó propiciando alguna pérdida en campo propio, algún despiste y algún susto, como una contra de David Rodríguez que Edu Ramos abortó cuando Bakic cargaba ya su pierna para fusilar.

El duelo caminaba hacia el descanso por una senda que no era la adecuada para los blanquiverdes, que aún así casi se encuentran con un regalo inesperado con un disparo desde 45 metros de Rodri que Dmitrovic, con la ayuda del larguero por su mal posicionamiento -se lesionó en el pie izquierdo, lo que le obligó luego a ser sustituido-, sacó a córner. Como si la inercia no hubiera desaparecido con el paso por los vestuarios, el inicio del segundo periodo también se jugó en el área visitante, con hasta seis o siete envíos sin remate desde diferentes posiciones que sirvieron para reflejar los problemas de gol de este CCF.

El Alcorcón ya no tenía fuerzas para ir arriba a la presión y el partido pasó a jugarse en su campo. Viendo ese hándicap, Carrión metió a Piovaccari para acompañar a Rodri, transmitiendo un mensaje de valentía que de primeras casi cuesta caro, pues un despiste atrás permitió a David Rodríguez sacar una falta a Rodas que Bakic mandó al limbo. El encuentro estaba ya definido: el CCF atacaba con todo lo disponible -más si cabe tras la entrada de Bergdich y Alfaro para refrescar el ataque- y el Alcorcón empezaba a dar por bueno el empate, si es que no lo había dado ya desde el comienzo.

Alfaro abrió la veda al paso por el minuto 80 con un zapatazo que Dani Jiménez mandó a córner. Entonces, la afición empezó a tirar del carro, más si cabe cuando acto seguido un par de trifulcas con Cisma en el ajo dejaron a los dos equipos con diez. El Alcorcón empezó a pensar en el final, a perder todo el tiempo posible al poner en juego cada balón, y el Córdoba se volcó por el perfil de Bergdich, más fresco, desde donde nació la acción del gol que, tras los intentos de Piovaccari, empujó Alfaro. Era el minuto 93, un momento perfecto para que volviera a lucir la sonrisa del que nunca se rinde.

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